En una noche despejada ideal para disfrutar del aire libre, con el unipersonal “Frágil”, Sebastián Wainraich hizo reír y reflexionar a cientos de espectadores que el sábado colmaron el anfiteatro abierto de La Aldea.
La cita era a las 21 pero ya hacia las 20 comenzaron a llegar los más ansiosos que, sabiendo que las entradas estaban agotadas. El comediante pisó el escenario hacia las 21.20, solo acompañado de una pantalla, un banco de plaza y una valija cargada de miedos, inseguridades, obsesiones y fragilidades.
Durante una hora y cuarto, el humorista transitó, a través de sus monólogos y de la interpretación de distintos personajes como sucesión de sus alter egos, diversas temáticas que aunque contadas en primera persona, tocan de cerca a la idiosincrasia argentina pero también al ser humano en general, sin distinción de culturas: feminismo, inclusión, sexo, la crianza de los hijos, la pareja, fútbol, religión, la vejez y hasta la muerte fueron de la partida, invitando a los espectadores a reflexionar sobre cuál es el sentido y qué es lo realmente importante en la vida.
En el espectáculo, dirigido por Flor D’Agostino, a través del humor, la ironía y también la sensibilidad, riéndose de sí mismo Wainraich se propone realizar “un viaje al interior de uno mismo”. Así, fue de la comedia a la tragedia logrando como resultado una obra versátil, desopilante y profunda a la vez, que despertó las risas eufóricas, alguna lágrima y sobre todo los aplausos enérgicos de las más de 500 personas que llegaron hasta La Aldea.
Una gran puesta audiovisual, con un juego de luces y sonidos sincronizados casi a la perfección, fueron el maridaje ideal para un espectáculo que lleva a la comedia como bandera.