Una nueva amenaza de bomba en el campus Pilar de la Universidad del Salvador volvió a alterar el normal funcionamiento de la casa de estudios esta mañana.
Desconocidos advirtieron que los artefactos se hallaban en los pabellones 3 y 4. Trabaja policía en el lugar.
Una nueva amenaza de bomba en el campus Pilar de la Universidad del Salvador volvió a alterar el normal funcionamiento de la casa de estudios esta mañana.
Desconocidos advirtieron que el artefacto se hallaba en los pabellones 3 y 4. Trabaja policía en el lugar. Las instalaciones fueron evacuadas.
Noticia en desarrollo.
Antecedentes
Cabe recordar que el pasado 13 de septiembre, la policía detuvo a un hombre de 46 años acusado de haber sido el autor de las amenazas de bomba contra la Universidad del Salvador (USAL) y la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (Uces). Se trata de un transportista que trasladaba a alumnos desde la zona de Zárate hacia Pilar. El acusado fue identificado como Luis Omar Salomón, residente en Zárate.
El primer llamado registrado fue el 17 de junio con una carta manuscrita hallada en el baño de la USAL, en la que se leía: “Culpa del maldito gobierno que tenemos en nuestro país tenemos que aser (sic) esto... En el trascurso del día de hoy se van a activar 4 explosivos en la facultad USAL y UCES. La última se activará 19:00 hs en las dos facultades... Aula x aula van a tener que buscar”.
Más abajo, la nota continuaba: “Firma en contra del maldito gobierno... tenemos que aser (sic) esto para ser escuchados” y, al pie, “Yo, el siempre atrevido”.
Las siguientes intimaciones ocurrieron a través de llamados al 911 los días 1, 11, 14 y 28 de agosto y finalmente el 8 de septiembre, cuando debieron evacuarse ambas instalaciones incluyendo al predio del Instituto Verbo Divino.
El manuscrito que el chofer había dejado pegado en el baño de la USAL. Esa última jornada, se produjeron dos llamadas casi al mismo tiempo.
Los llamados llevaron a evacuar edificios completos y a la intervención de brigadas de explosivos y fuerzas policiales en reiteradas ocasiones. Esta seguidilla de hechos generó gastos operativos de consideración, además de alterar la dinámica de estudiantes y vecinos de la zona.
En un comunicado, el rector de la Usal, Carlos Salvadores de Arzuaga, recordó que “inicialmente se efectuaron amenazas de bomba por escrito en notas encontradas en uno de los baños del Campus, en la cual se advertía que se habían posicionado explosivos en la USAL sede Pilar y en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Posteriormente -agregó- se realizaron llamadas anónimas al 911 alertando falsamente sobre la existencia de explosivos en nuestras instalaciones”.
En todas las oportunidades, la Dirección de Explosivos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires evacuó las instalaciones, realizó la inspección de rigor y verificó la ausencia de aparatos peligrosos, tratándose siempre de falsas alarmas.
Frente a la situación, “la Universidad del Salvador realizó presentaciones judiciales y se constituyó como querellante en la investigación, en virtud de que consideramos que la institución debía llevar adelante una conducta proactiva en aras de dilucidar los eventos ocurridos”.
Tras corroborar que no había artefactos explosivos en los episodios de junio y agosto, se le dio intervención a la Justicia provincial, quedando las investigaciones a cargo de las correspondientes unidades fiscales en Pilar.
No obstante, la investigación volvió nuevamente a la órbita federal luego de los mensajes del 8 de septiembre.
Agentes de las divisiones de Delitos Constitucionales y Delitos Tecnológicos de la PFA empezaron a trabajar en el caso. Mediante mecanismos de rastreo de última generación, junto con tareas de inteligencia y de campo de manera encubierta, en pocas horas llegaron a dar con el teléfono con el que se hicieron las amenazas y su titular.
Y con la orden de allanamiento firmada por el juez Charvay, fueron por Salomón.
Al sospechoso lo encontraron en su casa, donde los policías además le incautaron el celular. Entre los datos que figuran en la causa, los investigadores determinaron que Salomón trabajaba trasladando estudiantes a las instituciones afectadas.
También se estableció que estaba presente al momento en que se encontró la nota manuscrita en la USAL en junio: de hecho, fue él mismo quien la notificó por primera vez a las autoridades universitarias.