En la Plaza 12 de octubre y sus alrededores, donde se concentraba la actividad social y recreativa pilarense los fines de semana, no había comercios de este tipo y el matrimonio -asociado con un hombre también de apellido Moreno- decidió apostar. "La manera que tenía de entretenerse la gente de Pilar era pasear por la plaza, ´dar la vuelta al perro´. Mis padres nunca se habían dedicado a esto, no tenían la menor idea. En aquel momento pasó un amigo de mi viejo que estaba vendiendo fabricadoras de helado, se las ofreció a pagar, y con asesoramiento básico sobre cómo se hacían los helados, arrancaron", recordó el hombre que unos 20 años después, apenas finalizada su adolescencia, ya estaba al frente del negocio.
El primer local funcionó en Rivadavia, entre Bolívar y Lorenzo López, pegado al Palacio Municipal. Ya para el año 1956 el socio se había desvinculado y solo el matrimonio llevaba adelante el comercio, mientras su hijo daba sus primeros pasos entre baldes de helado y sin saberlo, aprendía el oficio. Destino, sí, pero no mandato. Porque Carlos aclara de antemano el gran afecto que lo une al negocio familiar: “si me llegas a sacar la heladería me pongo a llorar, me pongo a pedir en la puerta”. En este sentido destacó el rol fundamental que cumplió en todos estos años su esposa Patricia quien fue y sigue siendo "mi verdadero pilar".
bom que bom fachada
ESQUINA CON HISTORIA. La heladería Bom Que Bom, en la Avenida Márquez y Camilo Costa.
El segundo local estuvo apenas a unos metros de distancia, en la esquina de Bolívar y Rivadavia (donde hoy funciona la cafetería Lion´s). Eran épocas florecientes, donde la heladería cerraba sus puertas a las 3 o 4 de la mañana. Allí ampliaron el rubro y Bom Que Bom se convirtió también en pizzería. Una forma de rebuscársela en otoño e invierno, teniendo en cuenta que en aquellos años la costumbre de tomar helados se reducía a los meses de calor.
La experiencia duró dos años y luego se trasladaron a la calle San Martín entre Lorenzo López y Bolívar, siempre frente a la plaza.
Finalmente, la última y más extensa parada antes de despedirse de la 12 de Octubre fue el emblemático local de la esquina de Rivadavia y Lorenzo López, que durante mediados de los 90 fue punto de encuentro para jóvenes y adolescentes. En el medio, llegaron las sucursales, una en Bianea y otra en Del Viso.
Por aquellos años cobraron fuerza los panificados de la “Bonque”, como la llamaban los clientes entonces: “en el invierno teníamos que hacer algo para no estar parados, se nos ocurrió hacer facturas y fue un boom. Es que la gente ya no me hablaba de los helados, me hablaba de las facturas y me daba bronca”, recuerda el dueño entre risas.
A principios de los 2000, con una crisis que mordía los talones y un Pilar que explotaba demográficamente mientras dejaba de ser un pueblo, la heladería tuvo que alejarse del microcentro. “Con la malaria no pudimos pagar más el alquiler y la gente de Pilar dejó de andar por la plaza, ya estaba funcionando el kilómetro 50”, recuerda Carlos.
Fue entonces cuando se trasladaron a la Avenida Tomás Márquez (esquina Camilo Costa, donde permanecen en la actualidad), a un local propio, también con cierta mirada visionaria. No fue inmediato, pero al cabo de unos años la zona se terminaría convirtiendo en el corredor comercial y gastronómico fuerte que es hoy, donde Bom Que Bom también fue pionera.
En la pandemia llegó la sucursal de Manzanares, que recupera un poco el espíritu de pueblo de las primeras locaciones.
El secreto
Puesto a revelar aquello que permite que la heladería más antigua de Pilar siga creciendo a pesar de las coyunturas económicas, sociales y de una competencia cada vez más voraz, Moreno explica que “trabajamos siempre con productos naturales y de primera calidad. Y estamos innovando permanentemente”.
Precisamente, el equilibrio entre la innovación y la tradición parece ser una de las claves. Así, mientras incorporan el chocolate Dubai -gusto de moda de una temporada atravesada por el boom del pistacho- siguen conservando sabores de toda la vida, imposibles de hallar en las heladerías modernas.
“Nosotros venimos bancando el pistacho desde los años 60, por lo menos”, presume Carlos con gracia, sabiendo que muchas de sus competidoras lo retiraron de la plantilla hasta que volvieron a subirse a la ola, meses atrás.
Crema rusa, crema portuguesa, higos a la crema, son algunos de los 45 gustos que sigue conservando Bom Que Bom -que llegó a tener 56 sabores- y que comparten cartel con el helado de yogurt con miel y nueces acarameladas -inspirado en un viaje a Grecia del propietario- o con la manzana con canela con crunch de nueces, por citar algunos ejemplos. Y también con las paletas heladas, que fueron furor hace una década a partir de un cambio en los hábitos de consumo, y de los postres helados, actual hit de la marca.
Entre sus tantos orgullos, Bom Que Bom se anota haber inventado el chocolate con pasas allá por los años 60. “Fuimos los primeros, nosotros lo llamábamos chocobón”, afirma el propietario, que también tiene un recuerdo con la “polémica” crema del cielo. “Yo me resistía a hacerla porque es crema americana con colorante, decía no voy a hacer esto, estoy engañando a la gente, pero bueno, si no la hacía, la gente se iba”.
De todas maneras, si de gustos se trata, en medio del bombardeo de las modas y las excentricidades, los clásicos siguen ganando la batalla. Crema americana, frutilla, dulce de leche, chocolate y limón. “Le hacés probar los gustos nuevos y te dicen, ´uy qué rico, ¿pero tenés chocolate y frutilla?¨”
Futuro
De cara a la nueva temporada de verano, el comerciante adelantó que “estamos con mucho optimismo. Si bien las cosas estuvieron más que duras, ahora pareciera como que hay un repunte”.
En cuanto al impacto de la competencia, reconoce que “las cadenas nos sacaron mucho. Pero bueno, lo importante de todo esto está en poder competir con promociones que sean atractivas. Estamos mucho en las redes, de eso se encarga mi hijo”, tercera generación de la familia involucrada en el negocio.
El hombre que cumplió el sueño de todo niño: el de tener helados a disposición, mientras recuerda los años en los que con su hermana se paraban al pie de las viejas fabricadoras esperando que salga la primera partida de cada gusto para probarlo, vuelve a conmoverse como un chico cuando piensa en el peso de su comercio no solo en su vida sino en la de los pilarenses.
“El aniversario lo estamos viviendo con mucha emoción, 70 años es mucho tiempo. Me gusta porque tengo el reconocimiento de la gente, eso me hace sentir muy bien”, asegura el propietario de la heladería más antigua de Pilar, no sin antes responder -categórico- si es posible cansarse del helado: “No, es mi adicción. Y de los 56 sabores que había dando vueltas en algún momento, a mí me das crema americana y dulce de leche y es mi pasión”.
Promociones
Para celebrar su 70 aniversario Bom Que Bom sortea 70 kilos de helado a través de sus redes sociales, a lo largo de todo el mes. Instagram: @bom.que
A esto se le suma 2x1 en cucuruchos los jueves y 2x1 en ¼ kilo los martes.