Aislado en su casa del country Altos de Campo Grande, en Villa Rosa, el extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, evalúa su futuro. Tras revelarse las grabaciones de conversaciones en las que brinda detalles sobre una trama de corrupción que involucra a la Secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, el examigo y exabogado del presidente Javier Milei no descarta presentarse como arrepentido en la causa en busca de una mejora en su situación procesal. Mientras, teme por su vida.
Así lo reveló una nota del periodista Hugo Alconada Mon, publicada en La Nación, que reconstruye, en base a diálogos con sus pocos allegados, la actualidad del protagonista del escándalo de las coimas que fue hallado en Pilar por la policía tras una búsqueda de varias horas.
Su vínculo con Pilar no es nuevo. En 2016 había sido parte del equipo de la secretaria de salud del polémico médico Carlos Kambourián durante el gobierno del macristsa Nicolás Ducoté.
Sin señal en el country
Spagnuolo rechaza los llamados. No solo de los periodistas que consiguieron el número del nuevo teléfono con el que reemplazó al que le había incautado la Justicia cuyo contenido está en manos de los peritos, sino también los de funcionarios del gobierno que le ofrecen patrocinio de abogados.
“Desde el Gobierno le mandaron a Santiago Viola y a los Anzorreguy, que es lo mismo que decir los Menem, pero los rechazó”, aseguran allegados a Spagnuolo citados en la nota.
“Diego es un bocón, sí, pero porque no tenía experiencia política previa, entonces hablaba con cualquiera como si fuera un ciudadano más”, lo defendió uno de los amigos que aportó su testimonio.
La misma fuente sostiene que el exfuncionario sospecha que tanto las grabaciones clandestinas de sus conversaciones como su posterior filtración fueron obras de Fernando Cerimedo, uno de los dueños del portal “La Derecha Diario” y pareja de la ingeniera Natalia Basil, quien trabajó con Spagnuolo en la Andis hasta que dio un portazo, tras apenas seis meses de gestión.
En declaraciones a Clarín, el polémico consultor confirmó el vínculo y que sabía sobre su malestar hacía meses. “Éramos solo amigos, conocidos, con el que hacía catarsis”, explicó. “A mí ya me había contado eso tiempo antes; en cuotas, pero me lo había contado”.
Dos opciones
Los amigos que hablan con el hombre clave del escándalo describen que “está cagado hasta las patas” y que teme por su vida.
Con esa situación sobre las espaldas, en sus noches de insomnio duda entre dos opciones antagónicas. O bien presentarse como “imputado colaborador” –la figura conocida como “arrepentido”-, o cerrar filas con el gobierno para darse protección mutua. El tiempo corre y la Justicia pronto lo pondrá en situación de elegir. Mientras, gasta sus días en soledad en su casa del country pilarense.
