El Santuario Nuestra Señora del Cielo cerró el mes de mayo, mes mariano por excelencia, con una emotiva peregrinación luminosa que prometen repetir todos los años.
El mes de mayo, mariano por excelencia, se cerró con un sentido homenaje a María en el templo ubicado a la altura del kilómetro 46 de la Panamericana.
El Santuario Nuestra Señora del Cielo cerró el mes de mayo, mes mariano por excelencia, con una emotiva peregrinación luminosa que prometen repetir todos los años.
El objetivo de la acción fue "peregrinar de la mano de María y por María para encender el mundo, un mundo que te invita a la oscuridad pero que lo contrarrestamos con el amor de la madre y la luz", explicaron sus impulsores.
Cabe recordar que durante el mes de mayo se celebran, entre otras fechas cristianas, el día de la Virgen de Luján, el de la Virgen de Fátima y el de María Auxiliadora. A su vez, la marcha de antorchas se realizó en vísperas de Pentecostés, fecha en la que se celebra la llegada del Espíritu Santo.
Inaugurada en 2018, la Iglesia de la Sagrada Familia es uno de los templos católicos más recientes del distrito. La imagen trazada de Nuestra Señora del Cielo, el vitral del rosetón y un imponente campanario son la puerta de entrada a un santuario cuya modernidad no está reñida con la calidez.
Sus paredes, revestidas en piedra concluyen en un altar iluminado por la luz natural que se cuela a través de su cúpula vidriada y que realza la pintura central, réplica de la Sagrada Familia de Murillo, pintor barroco español del siglo XVII.
En coincidencia, en el mismo siglo comenzó a gestarse la historia de, quizás, la figura más valiosa que guarda la iglesia ubicada en La Lonja. Se trata de un Cristo crucificado tallado en madera, elevado a la derecha del altar. La imagen de color blanco de un Jesús doliente, atesora entre sus cinceladas retazos de siglos, drama y devoción infinita.
La imagen fue adquirida en Oberammergau (Alemania), un pueblo cercano a los Alpes bávaros, que en 1633, al igual que el resto de Europa, estaba siendo castigado por la peste bubónica. Desolados por la tragedia, sus lugareños prometieron ante la Cruz que si cesaba la epidemia, el pueblo dramatizaría la Pasión de Cristo cada 10 años sin cesar.
La historia cuenta que desde aquel compromiso no volvieron a registrarse muertes por la peste en el pueblo, que desde entonces y cada una década realiza una representación teatral del calvario y la muerte de Cristo. Esto convirtió a la ciudad en un sitio de relevancia dentro del circuito de turismo religioso.
El valor de la pieza se completa con la Cruz sobre la que se erige la figura. Se trata de un madero de olivo, que cuenta con el peso de su propia historia teniendo en cuenta que fue adquirido en Jerusalén por el mismo matrimonio que donó la imagen de Jesús.
Marta Quevedo y Oscar Smith son los fundadores de la Misión de Nuestra Señora del Cielo, una asociación de misioneros laicos que fue la encargada de la construcción de la Iglesia y que además cuenta con una labor social a través de comedores comunitarios, entre otras actividades.