En los barrios de Pilar no necesitaron esperar a los números del Indec para saber que la situación social de amplias capas de la población se está deteriorando aceleradamente. Antes de que el instituto de estadísticas revelara que la pobreza se disparó al 52,9% y la indigencia al 18,1% en los primeros seis meses del gobierno de Javier Milei, los comedores y merenderos comunitarios vieron una explosión de la demanda de alimentos.
En todas las localidades se repite el panorama. Los que antes recibían solo a los niños tuvieron que abrirle la puerta a toda la familia, sobre todo a los adultos mayores. Y, sin ayuda del Gobierno nacional, dependen de la asistencia del Municipio y la Provincia y de la magia de los voluntarios para multiplicar los panes.
Sandra Castillo organiza desde 2019 un merendero en la localidad de Zelaya. “Es una problemática que vemos reflejada desde hace un par de meses ya, cuando tuvimos que empezar a poner límites porque si no, era imposible atender a tanta gente”, contó en consultada por el programa radial Agenda Propia.
“Redujimos a 37 familias la ayuda que damos de las 50 y pico que teníamos”, cuenta, a pesar de que “acá se elabora el pan y podemos racionar un poco más”, por lo que ahora no solo se atienden niños sino la familia completa y adultos mayores también y hasta hemos tenido gente en situación de calle”.
Sandra grafica el panorama con una situación novedosa y difícil: “Hay gente que hasta las 11 de la noche viene a golpear las manos para pedir un arroz o alguna cosa porque no consiguieron nada en todo el día y es doloroso, cuando no podés dar más porque ya no tenés”.
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Los comedores tienen que afrontar un aumento veloz de la demanda de alimentos.
Pamela Acosta administra el merendero y comedor Los Peques, en el barrio El Manzanar, de Villa Rosa. Dice que “es muy difícil de sostener porque es mucha la demanda de chicos y adultos. Tanto sea merienda como alimentos”.
“Actualmente es mucha la gente que necesita una bolsita de mercadería, porque la verdad está difícil de comprar y hay mucha gente sin trabajo últimamente”, contó en el programa radial.
Pamela compara la situación con la pandemia, cuando con la economía frenada, amplios sectores debieron recurrir a los comedores.
“En pandemia llegamos a tener 50 familias y creo que esto es algo medio parecido por la gente que no tiene laburo en ese tiempo. Tenemos 50, 60 familias y chicos muchísimos, cada vez más”.
APORTE MUNICIPAL En las últimas semanas, el Municipio de Pilar lanzó una licitación por más de mil millones de pesos para la adquisición de alimentos secos para asistir a comedores y merenderos del distrito. Se semana a otra de más de 360 millones destinada a comida para adultos mayores y una tercera de dos mil cien millones más para asistencia alimentaria a familia y otra de 2 mil seiscientos millones para universalizar el servicio alimentario escolar. En total, se destinan a ese fin unos seis mil millones de pesos.
Karina Retamar, del comedor La Semillita, del barrio Toro de Derqui, dice que el esfuerzo que están haciendo “es terrible” y que “si antes costaba, hoy es peor”.
“Nosotros sembramos las cosas básicas, papa, cebolla, morrón para poder seguir sosteniendo como lo hicimos durante la pandemia, porque esta es otra pandemia que nos toca vivir”, compara, igual que Pamela.
“Antes se podía hacer toda la semana, hoy se nos está complicando muchísimo. Tenemos desde embarazadas, señoras mayores, adolescentes, los chicos que están en la calle”, enumera. Y describe que el suyo es “un barrio muy complicado con el tema de las drogas y no les vamos a cerrar las puertas a los chicos”.
“El municipio nos da ayuda y nosotros tenemos una huerta muy grande. También tenemos arroz, fideos, pero nos falta la sal, el condimento y sobre todo la carne y el pollo”, cuenta. La proteína en los barrios empieza a ser un lujo.
Del Viso
Diego Romero coordina un comedor en el barrio Pinazo de Del Viso. En red con otros de la CCC, organización a la que pertenece, están llegando aproximadamente 500 personas en ese barrio y en el Rocío, el Faro, Manuel Alberti y William Morrais.
“Si bien acá el Municipio de Pilar nos ayuda, lo nacional es muy escaso y cuesta llegar. Están todos los canales de diálogo pero cuesta y uno ve que los comedores crecen, la desocupación crece y la verdad que si no fuese por el municipio de Pilar, tendríamos que estar cerrando”, señaló.