La comida más típica de la navidad, el pan dulce, tiene una sorprendente historia detrás. Conocé su origen y su tradición argentina. Detalles.
A pesar del calor, no existe Navidad sin pan dulce. Este postre tradicional argentino que evoca nostalgia, celebraciones y sabores familiares, de origen italiano, ha conquistado los paladares argentinos desde el siglo XIX y se ha convertido en un elemento fundamental de las fiestas, especialmente durante la Navidad.
El nombre original de este panificado es panettone y llegó a la Argentina de la mano de los inmigrantes milaneses.
Hoy, el pan dulce no sólo es un símbolo de la Navidad, sino también una muestra de cómo las tradiciones culinarias pueden evolucionar y trascender fronteras. Su historia, entrelazada con leyendas, innovaciones y costumbres, lo convierte en un auténtico emblema de las fiestas, capaz de unir generaciones y culturas alrededor de una mesa.
LAS TRES HISTORIAS DEL PAN DULCE, EL POSTRE MÁS TRADICIONAL DE NAVIDAD
Hay tres historias que pelean por ser la que cuenta el verdadero origen de la tradición de comer pan dulce en la noche de Navidad. Una de ellas se vincula con los primeros cristianos que decidieron elaborar un alimento en honor a la ciudad de Belén, donde se produjo el nacimiento de Jesús, que significa "Casa de Pan". Aunque no hay una explicación alguna sobre el hecho de colocar frutos secos y pasas de uva.
Por otro lado, se cuenta que en vísperas de nochebuena se creó por primera vez la receta del pan dulce que hoy conocemos en el año 1494. Y sucedió por error, como consecuencia de un problema culinario que esa noche tuvo el cocinero del Duque de Milán: se le quemó un postre. Lo reemplazó con lo que tenía a mano y preparó una mezcla de pan, azúcar, pasas de uva y Manteca.
Por otro lado, hay otra historia en Milán, Italia, de 1914, en la que el cocinero de Ludovico Sforza, noble italiano, tuvo un error durante su proceso de cocina y se le quemó el postre. Con la ansiedad del momento por tener que llevar un plato a la mesa, el chef decidió accionar con las primeras cosas que tenía a mano, a partir de eso, realizó una mezcla improvisada de pan, azúcar, manteca y pasas. El resultado fue exitoso ya que a toda la realeza le fascinó el aroma y gusto de esa preparación, por lo cual lo siguieron repitiendo para las demás noches buenas.
Más tarde, una nueva versión de la historia también señala a la ciudad de Milán como el sitio donde se originó la receta del pan dulce, aunque no se vincula con la llegada de la Navidad, pero sí con una historia de amor en el Renacimiento
La tercera historia es una que no se vincula con la llegada de la Navidad, pero sí con una historia de amor en el Renacimiento. Se dice que un joven de noble familia llamado Ughetto degli Atellani, se enamoró de una panadera llamada Adalgisa. Para acercarse a ella se hizo pasar por su aprendiz y, al parecer, él habría sido el verdadero inventor de este pan.
Con el objetivo de ayudarla (y enamorarla), le propuso probar con un poco de manteca. Este producto fue puesto a la venta y en pocos días se volvió extremadamente famoso. Algunos relatos exponen que además de azúcar y pasas de uva, la receta contaba con cortezas de naranja y limón.
El dueño de la panadería y padre de la muchacha se llamaba Toni, y se dice que el el nombre “Panetonne”, con el que se conoce el pan dulce en la actualidad, viene desde aquella época y significa “pan de Toni”.
Más allá de lo folclórico de la historia, está comprobado que, en el Milán del siglo XV, durante la época de Ludovico Sforza, “El Moro”, ya se comía algo similar al pan dulce actual, aunque el primer registro escrito sobre la materia data del siglo XVIII.
Sin importar su origen, el pan dulce se transformó en un postre tradicional después de la cena en la previa de Navidad. No importa la receta, porque depende mucho del gusto de las personas, lo más importante es que haya uno sobre la mesa y que sea compartido por todos los presentes en el hogar.
TRADICIÓN Y SIGNIFICADO
El pan dulce en Argentina está rodeado de tradiciones y simbolismos. La antigua tradición dice que debe ser llevado a la mesa por los más pequeños de la casa, acompañado de una ramita de laurel en el centro, que representa la suerte y el bienestar. El mayor de la casa debe cortarlo y distribuirlo entre los comensales.
Además, se guarda una rebanada para el primer pobre que llame a la puerta y otra para el día de San Biagio (3 de febrero).