DESDE LA BASÍLICA DE LUJÁN

Los obispos se despidieron de Pilar con un profundo mensaje a los más necesitados

Cerraron la 127ª Asamblea de la Conferencia Episcopal. "Queremos ser una luz de esperanza entre tantos hermanos nuestros que sufren", dijo Monseñor Fernández.

7 de noviembre de 2025 - 18:36

Con un profundo mensaje social hacia los sectores más golpeados, un centenar de obispos clausuró este viernes la 127ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) que se realizó en Pilar.

La Eucaristía final tuvo lugar en la Basílica de Lujan, presidida por el obispo de Jujuy y vicepresidente segundo de la CEA, monseñor Daniel Fernández, y concelebrada por los arzobispos Carlos Sánchez (Tucumán) y Mario Cargnello (Salta).

En su homilía, Monseñor Fernández retomó las palabras del papa Francisco en el Jubileo de los Obispos, al recordar que “el obispo es hombre de esperanza, porque la fe es la garantía de los bienes que se esperan”.

“Cuando las familias llevan cargas excesivas y las instituciones no las sostienen adecuadamente; cuando los jóvenes están decepcionados y los ancianos se sienten abandonados, el pastor no ofrece recetas, sino la cercanía de comunidades que intentan vivir el Evangelio con sencillez y generosidad”, citó.

“Qué concretas y reales se hacen estas palabras para nosotros hoy”, expresó el vicepresidente del Episcopado, al reflexionar sobre los desafíos sociales que atraviesa el país.

“Queremos ser una luz de esperanza entre tantos hermanos nuestros que sufren: los que no tienen trabajo, los jóvenes desorientados, los ancianos que no pueden satisfacer sus necesidades más básicas”, enumeró. “Reafirmemos nuestro compromiso de amor con cada uno de ellos y con esta realidad que tanto interpela nuestro corazón de pastores”.

Día a día

Monseñor Fernández invitó a sus pares a contemplar su ministerio desde el corazón de Cristo Buen Pastor, subrayando que “el llamado que a todos se nos hace es el de entrar por la puerta que es Jesús”.

“Esto significa -explicó- pasar a través de Jesús, vivir con sus sentimientos, conocer al Padre, llamar a las ovejas por su nombre y llegar hasta el don de la propia vida por amor. Lo definitivo del pastor es la manera como da su vida. En esto se reconocerá si ha pasado por la Puerta: si es o no pastor como Jesús”, afirmó.

El obispo jujeño destacó que el testimonio del pastor se juega “gota a gota, en el día a día”, en la entrega generosa, alegre y entusiasta de su servicio. “El que se aferra a la vida, la pierde; el que desprecia la vida en este mundo, la conserva para la vida eterna”, recordó citando el Evangelio de san Juan.

Finalmente, confió a los pies de la Virgen de Luján la vida de la Iglesia en la Argentina: “Santa María de Luján, Madre nuestra, llévanos a Jesús, el Buen Pastor. Llévanos con todos aquellos que están bajo nuestro cuidado, para que sepamos discernir los signos de los tiempos, crecer en la fidelidad al Evangelio y caminar junto a nuestro pueblo en la esperanza y la salvación”, concluyó.

Seguí leyendo

Dejá tu comentario

Te Puede Interesar