Fundado en el año 2019 por Cecilia Fornieles y Mariano Ferreyra, El Granero es un espacio que reúne todas las terapias de rehabilitación en un mismo lugar, con un abordaje interdisciplinario, donde cada miembro de la familia está convocado a acompañar de una propuesta inmersa en un entorno natural y con animales.
Todo comenzó con un diagnóstico y el impacto de lo impensado: Joaquina, esa hija que con tanto amor esperaban Cecilia y Mariano, finalmente llegaría a sus vidas con una discapacidad. Ese fue el inicio de El Granero, una propuesta superadora a lo que encontraban y que, al igual que muchas otras familias, creían que algo debía cambiar dentro del paradigma de la discapacidad.
En la búsqueda de espacios para acompañar a su hija, se encontraron con un sistema fragmentado, carente de propuestas integrales. Descubrieron que faltaba una mirada más humana, cercana y más real sobre lo que significa vivir con discapacidad. Faltaba un abordaje desde la familia.
“Cada vez que llevaba a mi hija a sus terapias, veía la mayoría de los autos estacionados en la puerta con personas adentro, esperando. Una abuela tejiendo, una madre revisando el teléfono, el hermanito haciendo su tarea sobre la guantera. En general los espacios no están preparados para la familia, lo que genera dinámicas familiares que no suman sino que provocan tensiones hacia adentro” comenta Mariano Ferreyra, fundador de El Granero.
“Cuando la discapacidad, como cualquier otro desafío, se afronta en familia, es posible cambiar la calidad de vida de cada uno de sus miembros. Cuando un niño llega a hacer sus terapias y tiene a sus padres y hermanos a su lado, alcanza sus objetivos terapéuticos mucho más rápido”, agregó. “Cuando la discapacidad, como cualquier otro desafío, se afronta en familia, es posible cambiar la calidad de vida de cada uno de sus miembros. Cuando un niño llega a hacer sus terapias y tiene a sus padres y hermanos a su lado, alcanza sus objetivos terapéuticos mucho más rápido”, agregó.
Uno de los distintivos de El Granero es su propuesta de equinoterapia: “Contamos con una pista central de 800m2, caballerizas, un equipamiento moderno y profesionales de primer nivel. Los caballos son los terapeutas estrella del lugar. Por sus características morfológicas, de desplazamiento y sus atributos sensoriales-perceptivos, el caballo es una fuente inagotable de estímulos que favorecen la coordinación motora, el equilibrio y el desarrollo de respuestas autónomas”, explican.
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EQUINOTERAPIA. Una de las actividades destacadas de El Granero.
Además, el caballo permite un acercamiento más profundo y directo con las personas. El vínculo que propicia con el “jinete” fomenta los estímulos afectivos, la relación con el propio cuerpo y favorece la sociabilización. “Los caballos no diferencian ni discriminan, no juzgan, no necesitan hablar para relacionarse, saben esperar, reconocen el cariño y lo retribuyen. Y hay pocas cosas más terapéuticas que eso”, aporta Cecilia Fornieles, cofundadora y directora institucional de El Granero.
El espacio cuenta también con la posibilidad de realizar kinesiología, terapia ocupacional, psicopedagogía, psicología, fonoaudiología y musicoterapia, entre otras. Además, cuentan con psiquiatra infantil, nutricionista y pediatra.
Uno de sus pilares fundamentales es el Programa Familias, una iniciativa solidaria que permite que niños y jóvenes de familias de bajos recursos sin cobertura médica accedan a tratamientos de calidad, gracias al apoyo de padrinos y madrinas que colaboran tanto con un aporte mensual como con el acompañamiento humano constante, que incluye orientación, asesoramiento legal, contención emocional y trabajo en conjunto con el equipo interdisciplinario. “El objetivo no es solo rehabilitar sino transformar la experiencia de vivir con discapacidad, dándole a cada familia una red que abrace su camino”, explican.
Gracias a todos sus benefactores y la cantidad de familias que cada mes se suma a sus propuestas, El Granero proyecta ampliar la cantidad de consultorios, potenciar su capacitación para profesionales de la salud y crear una carrera de equinoterapia con un título avalado por una universidad. “En un país desafiante y volátil, está demostrado que con pasión y profesionalismo, y con los ojos siempre puestos en el otro, se puede avanzar y crecer”, explica Mariano.
“La discapacidad no es un desafío individual: es un desafío familiar. Lo que intentamos hacer desde El Granero es transformar el modo en que se vive ese proceso. Abrazar al niño, pero también a su familia. Mostrar que se puede transitar con alegría, con vínculos, con comunidad. Y que eso cambia todo”, culmina Cecilia.