A 20 años del cierre de La Alhambra, mucho más que un bar
Fue el reducto preferido de innumerables pilarenses durante cuatro décadas. Bajó su persiana para siempre un 17 de septiembre de 1993. El recuerdo de quienes pasaron por un lugar mítico.
por Alejandro Lafourcade a.lafourcade@pilaradiario.com
“El bar es la última oferta de la eternidad, la última oferta que queda de la libertad, el peligro a que pierdas tu novia, a que te enojes con tu amigo, a que aparezcan personas desconocidas. Yo creo que el bar es sobre todo, no digo la selva, pero por lo menos es el bosque que le queda a la ciudad”.
Las palabras de Enrique Symns en el comienzo de la canción “Mosca de bar” suenan perfectas para recordar a
Fue un 17 de septiembre de 1993 el día en que el bar bajó las persianas para siempre, para tristeza de tantos vecinos que habían encontrado allí un lugar donde pasar las horas rodeados de amigos y conocidos.
El histórico propietario del local fue Quique Rodríguez, y allí funcionó en un principio el bar
Osés administró el bar junto a su esposa, Francisca Bazán, hasta 1968, cuando decidió dar un paso al costado. “Considerando que ya tenía cierto ‘capitalito’, quise descansar un tiempo, pero no pude, no soy de los que se quedan”, le contó don Regino a El Diario en 2007, algunos años antes de su muerte.
Diversidad
Los memoriosos cuentan que
Cada día desfilaban los habitués, reunidos alrededor de las mesas para perderse en conversaciones interminables. Uno de ellos era Julio Maffía, quien recuerda que en la zona “había dos instituciones emblemáticas, el Club Unión y
Maffía opinó que el bar “era una convergencia maravillosa donde no existían las diferencias de clases: estaba el doctor, el abogado, el lustrabotas, el quinielero, el intelectual…”.
Sobre el dueño del lugar, Julio afirmó que Quique Rodríguez “era de muy buen corazón pero también cabrón como todo gallego, capaz de tirarte con un sifón si lo hacías enojar…”.
Burreros
Otro de los parroquianos frecuentes hasta el último día fue Titi Villar. El director teatral afirmó que “era un lugar muy concurrido después del almuerzo. Se discutía de política, de fútbol, de todos los temas en general”.
Villar comentó que “algunas personas no se animaban a ir a
Es decir, que el núcleo era siempre el mismo, con cierto gusto compartido entre muchos de ellos por las carreras de caballos: “Era un lugar de burreros”, aseguró Titi, “y a veces desde ahí salían los autos para el hipódromo”.
De hecho, habían logrado engañar a doña Francisca, haciéndole escuchar un programa hípico que se transmitía por radio a la medianoche, con la promesa de que en instantes comenzaría un ciclo de música clásica…
El hombre se tomaba un café todos los días, luego de salir de su trabajo en el Juzgado de Paz. A su vez, aseguró que “nunca fue un bar de borrachos. La gente estaba en armonía y nadie tomaba de más”.
Epílogo
Los últimos dueños de
Julio Maffía reconoce que “añoro mucho ese lugar, uno tenía 14 o 15 años y se quedaba horas escuchando las conversaciones de los más grandes”.
Veinte años se cumplirán del día en que cerró
15
años se encargó de atender el bar Regino Osés, su primer dueño.
Disparos en el techo
Si bien nunca hubo peleas más allá de las discusiones, se recuerda un altercado en