Cine, una herramienta para crear y expresarse

Mariángeles Taroni dicta un taller de cine para niños y adolescentes en las localidades. Los resultaron se verán a fin de año.

31 de marzo de 2010 - 00:00

Taroni afirmó que el objetivo de los talleres es generar un espacio creativo.

 

 

En lo que representa una buena iniciativa para sumergirse en el mágico mundo del séptimo arte, la cineasta Mariángeles Taroni comenzó a dictar en las localidades un taller de cine para niños (6 a 11 años) y adolescentes (12 a 18 años), a fin que los alumnos aprendan a utilizar las herramientas básicas de esta disciplina y puedan generar sus propios trabajos.

La iniciativa partió de la Subsecretaría de Cultura y se cristaliza en las casas de cultura de Pilar, Presidente Derqui, Del Viso y Manuel Alberti, donde semanalmente se dictan clases de manera totalmente gratuita. El objetivo, de aquí al cierre del ciclo, es que puedan armar su propio cortometraje, a fin de proyectarlos en una muestra en el Teatro Lope de Vega.

Contando con un televisor, un reproductor de DVD y una cámara, la realizadora pilarense transmitirá sus conocimientos dentro de esta propuesta que tiene la inscripción abierta durante todo abril. “La idea es que chicos y adolescentes aprendan a utilizar los elementos básicos como para crear sus propias obras”, explicó Taroni, en diálogo con El Diario.

En primera instancia, los alumnos verán (y analizarán) diversos cortometrajes, con la idea de conocer diferentes técnicas, como la animación, el stop-motion, los dibujos animados y el cine tradicional (con actores humanos). “Me encontré con grupos ansiosos por aprender y con mucha creatividad, ya todos tiraron sus ideas y sus ganas de hacer cosas, por lo que estoy segura que vamos a lograr cosas muy interesantes”, manifestó la artista, que tiene en su haber la realización de los cortos “E-vidente/mente”, “Inmorphosis” y “Veredictum”.

 

Un modo de expresión

Taroni señaló que el taller de cine dirigido a los niños tendrá un carácter didáctico y se irá desarrollando a partir del juego. “Los chicos utilizarán diferentes técnicas del cine para contar las historias que ellos mismos propongan. A lo largo del año irán cumpliendo diferentes roles, para que comprendan esa idea de trabajo en equipo que hay en este arte. En el taller no hay teoría ni es necesario tomar nota, todo va a salir de las historias que traigan, vamos a trabajar mucho con plastilina y dibujos”, explicó la realizadora. 

En líneas generales, el taller orientado a los adolescentes funcionará de la misma forma, con la diferencia que llegan con una idea general de lo que se van a encontrar, destacando que algunos provienen de otras disciplinas (teatro, comedia musical) y buscan adquirir nuevas herramientas, en tanto que otros ya decidieron estudiar cine en un mediano plazo.    

“En ambos casos, la intención es generar un espacio creativo. No me interesa que los chicos terminen siendo cineastas, no es ése el objetivo, sino que utilicen al cine como una herramienta más para expresarse”, concluyó Taroni.

 

Cuándo y dónde  

- Martes, de 11 a 17, en la Casa de la Cultura de Manuel Alberti (Hipólito Yrigoyen 217), para niños.

- Miércoles, de 9 a 12, en la Casa de la Cultura de Pilar (Rivadavia 370), para niños.

- Jueves, de 9.30 a 11.30, en la Casa de la Cultura de Del Viso (Avenida Gonnet 7057), para niños.

- Jueves, de 17.30 a 21, en la Casa de la Cultura de Presidente Derqui (San Martín 723), para niños y adolescentes.

- Viernes, de 17 a 21, en la Casa de la Cultura de Pilar, para adolescentes.

 

APUNTES DESDE LA OTRA VEREDA 

Imaginarios, siniestros y muy serios 

por Hernán Deluca 

En el mes de mi natalicio, el ángel se calzó la camisa celeste del Village y me los acercó. Terry Gilliam, los hermanos Coen y Martin Scorsese se arrimaron para darme el mejor regalo: su cine.

Un carruaje de la Edad Media circula por las calles de una ciudad violenta y sucia. Londres, tras el gran angular de Gilliam. Los tripulantes de ese teatro ambulante, liderados por el enigmático Dr. Parnassus, es una troupe de delirantes dispuestos a cambiarle la vida hasta al más incrédulo. Por unas monedas se puede vivir la experiencia. Esto es, zambullirse contra un espejo de celofán para obtener eternos lapsos de ensoñación. Hooligans borrachos y señoras paquetas se animarán, sin saber que, del otro lado, son recibidos por sus anhelos, pero también por sus pesadillas. Con sólo cerrar los ojos, Parnassus, un anciano con miles de años (Christopher Plummer), tiene la habilidad de jugar con la mente de los visitantes. Pero, hay un cliente que ha costado convencer más de la cuenta. El mismísimo diablo (Tom Waits), anda rondando por las calles de este mundo cruel con la intención de cobrarse una vieja deuda.

De “Los aventureros del tiempo” a “Pánico y locura en Las Vegas”, los protagonistas de la obra de Gilliam siempre recurrieron a la fantasía como modo de escape. En ese sentido, es posible que “El imaginario mundo del Dr. Parnassus” represente para el director un modo de revisar su obra. La que está poblada por personajes que necesitan abandonar todo escenario de opresión y calamidad, para acampar en nuestras propias cabezas.

Locura, una isla en la mente. Año 1954, hospital psiquiátrico Ashecliffe. A ese lugar llega el alguacil Teddy Daniels para capturar a Rachel Solando, una asesina que escapó de su habitación. Desde que desciende del ferry, el Teddy deberá enfrentarse con algo más que delincuentes o desequilibrados. Junto a él, deambulan el miedo y la culpa, dos hermanos que lo obligan a salirse de foco, a cambiar de punto de vista. ¿Se puede seguir así? ¿Vivir en la farsa, aunque el recuerdo de una esposa muerta y un crimen de guerra expriman el corazón?

“La isla sinistra” es la cuarta colaboración entre Scorsese y Leonardo DiCaprio. Como es su costumbre, Scorsese se vale de todo el cine que tiene a su alcance para perturbarnos con una nueva historia que, en este caso, exige nuestra máxima atención. Nada es lo que parece. Aún hoy, la película rebota en mi cabeza, maravillándome en cada golpe.

Larry creía que tenía todo resuelto. Pero un día la mierda le cae de todos lados. Cartas anónimas cuestionan su ética como profesor; su hijo se la pasa fumando porro a días de su bar mitzvah; su desocupado hermano vive en su living; su mujer le pide el divorcio para irse a vivir con un amigo de la familia. Esas, podemos decir, son las líneas argumentales más fuertes, pero, “Un hombre serio” es una película de los hermanos Coen. Quiero decir, hay más: un vecino que odia a los judíos; un alumno coreano que soborna a Larry para que lo apruebe; una vecina calentona que toma sol desnuda; un paciente que recurre al dentista con un mensaje desesperado en la parte posterior de su dentadura, etc.

Luego del “éxito” que les llegara con el Oscar, los Coen hacen caso omiso a las reglas de la industria y continúan filmando sus personales historias provocadoras. Y, no es difícil imaginarlos, en la oscuridad de la sala, riéndose y dándose codazos por esos 12 espectadores que se marchan, indignados por un humor que no los trata como estúpidos.

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