Las historias entorno a la isla son increíbles. Siempre fue extraña y mágica. Separada del continente bonaerense por 3.200 metros de agua, se estima que tiene una antigüedad de dos millones de años. En muchos periodos fue una península. Se han encontrado fósiles de animales prehistóricos y restos humanos que podrían ser de tehuelches. Hay presencia humana de 3000 años de antigüedad. Dependiendo de la cota de la laguna, la isla aumenta o disminuye su tamaño.
Por una década fue el hogar de una excéntrica condesa húngara. Hay hipótesis que sitúan a los jesuitas a fines del siglo XVIII y hasta la llegada del Ejército (1876) fue un lugar sagrado para los pueblos originarios. Hoy es un lodge abierto al turismo con cientos de animales exóticos en completa libertad.
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Se ubica en medio de la Laguna del Monte. (latamvoyage.com).
Un gran living comedor de amplios ventanales se abre paso entre la piscina y el parque del Lodge Isla Sistina, el alma de la isla. Aquí, la luz natural es la protagonista de un espacio tan cálido como acogedor. Esta estancia, que comprende dos plantas completas, posee ocho habitaciones de las cuáles cuatro de ellas están en la planta baja y, las restantes, en la planta alta.
Las mismas, fueron bautizadas con un nombre particular en referencia al hábitat e historia del sitio: “Las Maras”, son los animales nativos y se las encuentran en toda la isla, incluso en el jardín; “Los Flamencos”, el ave más pintoresca del lugar; “El Algarrobo”, árboles sagrados para los pueblos originarios, a unos 200 metros del lodge se encuentra el último ejemplar; “Aguas Bravas”, era el nombre original que tenía la laguna en los días fuertes de viento; “Pepi’s”, es una de las perdices chukar que habitan muy próximas a las instalaciones e interactúan con los turistas de manera muy amistosa; “Condesa Ena”, fue la mentora y responsable de la construcción del lodge y durante la época en que ella era la dueña del lugar ocupaba esta habitación; y, por último, “Sassin Indio”, el antílope de la India, cabra de Besoar o BlackBuck, un ícono de la estancia.
De esta manera, La Sistina le otorga la posibilidad al visitante de disfrutar de experiencias turísticas en espacio rural, además de conocer su historia y apreciar animales como ciervos, vizcachas, perdices, guanacos, gacelas y flamencos rosados, entre mucho más.
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Lodge Isla Sistina. (revistalagunas.com).
LA HISTORIA
La historia cuenta que el nombre de la Isla en realidad era Isla Grande de la Laguna del Monte. Se llamaba así en contraposición a la Isla Chica, que en algunos momentos de crecidas de la laguna casi desaparece. La historia cuenta fue habitada hace más de 3 mil años.
Ya en tiempos post independencia argentina, fue descubierta por las tropas encargadas de librar las batallas de la campaña al desierto y de hecho es de los escritos y bitácoras de ese tiempo que se han podido llegar a las pocas conclusiones en torno a la isla. Los pueblos originarios le daban un valor muy importante al lugar y en especial a un árbol, en el cual colgaban huesos que eran utilizados por el chamán para rituales sanadores, entre otras cosas. Sin embargo, los militares llegaron a talar el mencionado árbol, ante supuestas maldiciones o "gualichos", como les decían los indios.
Una vez que pasó la campaña al desierto y la Provincia de Buenos Aires se amplió, quedando la isla dentro de este territorio. Hubo diferentes dueños y ocupantes de los que no se conoce demasiado. No fue hasta 1981, que el terreno insular marcó un momento bisagra para su historia: fue adquirido por una condesa austríaca, viuda y enamorada de la Argentina, llamada Ena Wenckheim. Allí fue que su nombre cambió y se rebautizó como Isla Sistina, debido a la región romana de donde era originaria.
Cuentan que vio a la isla cuando sobrevolaba camino a una estancia propia en Trenque Lauquen. Construyó una mansión de 1458 metros cuadrados de superficie cubierta, con estilo colonial, sin escatimar en ningún tipo de gasto, equipándola de la mejor manera, con los mejores materiales. Le colocó unos ventanales al frente y a los laterales que ofrecen una visión panorámica de toda la isla, aunque esta se mantenía cerrada al público en general y solo iban quienes eran invitados por la condesa.
En 1993, la condesa húngara vendió la isla finalmente y esta pasó a manos de un magnate holandés llamado Minjder Pon, quien comenzó a traer una gran cantidad de animales nativos y otros exóticos para convertirla en sitio apto para la caza.
En 2010,Minjder Pon vendió la propiedad al actual propietario, el alemán Ulrich Sauer. A partir de esos momentos la isla se abrió y comenzó a recibir público. La estancia quedó como un lodge que ofrece postales únicas, con animales en completa libertad. Ciervos, maras, muflones, guanacos, perdices europeas, gaviotas, teros reales, cisnes de cuello negro y flamencos son algunos de los animales que viven en este paraíso, que ya no permite la presencia de cazadores ni ningún otro tipo de amenazas para la fauna.
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Cientos de animales en completa libertad. (latamvoyage.com).
QUÉ HACER
Además del descanso y la tranquilidad que ofrece la isla, se pueden realizar diferentes actividades que permiten al huésped disfrutar al máximo su estadía. Paseos en lancha, recorridos en kayak, esquí acuático, wakeboard, kitesurf y caminatas, son tan sólo algunas de las actividades que se pueden hacer aquí. Una de las más populares es el safari fotográfico puesto que los apasionados por captar la flora y la fauna tienen grandes atracciones en el diverso ecosistema: cuentan con una considerable variedad de especies vegetales, aves y mamíferos como flamencos, faisanes, patos, pavos reales, ciervos, antílopes, guanacos, liebres, vizcachas y maras.
Toda persona que pisa la isla por primera vez se sorprende con el color del agua, que oscila entre trasparente y verde, aparentando una visión más propia de una zona de caribe que de la Provincia de Buenos Aires, claro.
Es un lugar con atardeceres mágicos a la orilla de la laguna con una historia enigmática que invita a disfrutar de una experiencia única y transformadora, en pleno contacto con la naturaleza.
Atardeceres en la Isla Sistina. (La Nación).
Atardeceres en la Isla Sistina. (La Nación).
DÓNDE Y COMO LLEGAR
La Sistina se encuentra en Laguna del Monte, en la localidad de Guaminí, al sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, aproximadamente a unos 475 km de la Ciudad de Pilar. Se puede acceder a la isla por agua, mediante un pequeño y pintoresco viaje en lancha que demora apenas diez minutos, y también por aire, ya que esta cuenta con una pista de aterrizaje.
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