por Diego Schejtman
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“Transformar, no solamente administrar”. Esa premisa es una de las que plantea el intendente Federico Achával para definir su administración municipal. Parece sencilla, pero encierra un mundo.
La distancia entre un término y otro está dada por el límite de lo posible, siempre acotado por la escasez de los recursos. La pregunta sería ¿hasta dónde puede ensancharse ese límite en un marco de restricciones económicas? La respuesta empieza a dibujarse en estos primeros dos años de la gestión, que hoy se están cumpliendo.
El de Achával empieza a mostrarse como un gobierno de voluntad. Una voluntad que, hasta ahora, demostró servir para superar los límites de la praxis administrativa del Estado.
Un ejemplo refleja claramente esta impronta, una obra que estuvo en los planes de varios gobiernos anteriores pero siempre se había quedado enredada en las imposibilidades presupuestarias: el nuevo hospital central.
La obra del hospital se puso en marcha con recursos propios del Municipio. Y fue justo cuando la pandemia hubiera sido el argumento perfecto para no hacerlo. Luego, llegaron aportes nacionales para financiar una porción de la obra. Algo similar pasó con cinco los polideportivos municipales, que se construyen casi en simultáneo.
La lógica es la inversa a la utilizada históricamente. Durante años, los gobiernos anteriores habían esperado el visto bueno de los presupuestos nacionales antes de poner un ladrillo. El último, incluso, hizo gala a la resignación ante una realidad que creía inquebrantable al proponer convertir en estacionamiento el tímido inicio de su antecesor.
La obra del hospital, prácticamente concluida a un año de anunciada e iniciada -dos hechos que se dieron casi en simultáneo, lo que constituye otra anomalía política- describe la intención de la gestión Achával mejor que cualquier análisis. La voluntad política de transformar y la política de la voluntad como herramienta para conseguirlo.
Claro que no todo se logra solo con el ejercicio del deseo. Menos cuando las inequidades son tan profundas y es tan costoso remediarlas. La ampliación de las redes de agua corriente y cloacas, los asfaltos con obras hidráulicas que urbanicen porciones mayores del territorio casi inabarcable del distrito, requerirán, seguramente, algo más que la voluntad. Pero el uso de la política como herramienta de transformación es un inicio que sube la vara.