Los resultados de las elecciones del domingo abren un nuevo tiempo político, con mayor compromiso para los oficialismos, por la “fuerza” de los votos, y un desafío para las oposiciones.
En este último caso el reto es doble. Aquí en Pilar, deberá subsistir en un Concejo Deliberante que a partir del 10 de diciembre contará con mayoría absoluta (14 de las 20 bancas). En un cuerpo poco adepto al intercambio de ideas, las chances de hacerse escuchar pueden llegar a ser reducidas.
Las relaciones de fuerza así lo mandan, pero también hay razones y responsabilidades propias de quienes deberán cumplir la tarea de oposición.
En principio, no se vislumbra claramente ninguna figura que pueda convertirse en líder de ese espacio. Gustavo Trindade y Sixto Desanto (hasta el domingo en el duhaldismo), son sin dudas quienes más enfrentados están con el Gobierno. Pero ese enfrentamiento muchas veces se parece más a un encono personal que a un real debate de ideas, propuestas u opciones. El magro resultado en las elecciones pasadas les pueden quitar algo de crédito a la hora de liderar la eventual existencia de un espacio opositor conjunto.
En el “grupo de los seis” también aparece la representante de gastronómicos, Silvana Aguilar, quien sin embargo, en los días previos a la elección del domingo, mostró un claro acercamiento al Gobierno. También se ubica Noemí Barrio, quien hasta el momento ha cumplido un rol moderado y más ligado a sus vaivenes personales.
El denarvaísta Diego Ranieli, con banca renovada, también ha cultivado una imagen de opositor moderado y sigue siendo uno de los opositores de mejor llegada al Gobierno.
Su compañera de fórmula, Claudia Zakhem, es toda una incógnita. Al igual que su coequiper, tiene buena relación con el Gobierno. No es que haya que tener mala relación con quienes gobiernan para ser alternativa del poder, claro está.
El desafió de la oposición excede los muros del HCD. Allí se encuentra la figura de Gabriel Lagomarsino, candidato del Frente Amplio Progresista, partido que tras una gran elección perforó el 9% (mejor desempeño en la Primera Sección Electoral), con apenas tres meses de campaña.
Deberá Lagomarsino demostrar que es capaz de romper con dos “maleficios”. Uno, el de los terceros que luego de las elecciones no logran capitalizar esos 7, 8 o 9 nada despreciables puntos obtenidos. El otro, más dirigencial. Deberá demostrar Lagomarsino que puede comandar la tercera fuerza del distrito y construir a futuro, algo que le ha costado en otros espacios, sin que haya sido o sea esto su exclusiva responsabilidad.
Un tiempo distinto necesitarán hombres y mujeres distintos, con ideas, propuestas, opciones, con habilidad para el debate y con el valor de no caer en las tentaciones de la comodidad que a veces tejen las mayorías absolutas.
Ser opositor es un rol que asigna la sociedad a quienes deben velar, desde un cargo, por una democracia más plural y más “sana”. Cumplirlo cada uno con sus convicciones es el desafío, más allá de las relaciones de fuerza.
