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Un día como hoy, pero de 1987, fallecía Luis Lagomarsino, en ese entonces intendente de Pilar, quien se aprestaba a cumplir su segundo mandato consecutivo al frente del Municipio, cargo al que había asumido hacía apenas dos días.
Son ya 35 años de aquel día en el que Pilar quedó en estupor a partir de la sorpresiva pérdida de su caudillo.
Hijo de inmigrantes italianos, Luiso fue mucho más que político: a lo largo de su vida trabajó como vendedor ambulante, albañil (participó de las construcciones del mástil de la plaza y el Verbo Divino, por ejemplo) y comerciante. Fue recitador y hasta incluso boxeador aficionado.
Siempre apegado a los movimientos populares, Lagomarsino abrazó en su juventud al radicalismo yrigoyenista, llegando incluso a militar en la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), agrupación que tuvo a Arturo Jauretche como uno de sus máximos exponentes.
Sin embargo, como muchos otros integrantes de la entidad, a mediados de la década de 1940 comenzó a formar parte de las filas del peronismo.
Por el Justicialismo fue concejal entre 1952 y 1955, titular de la delegación local del Ministerio de Trabajo y presidente en Pilar de su partido desde 1973.
Al ganar la intendencia de 1983, el caudillo debió empezar casi de cero con una administración municipal que intentaba amoldarse a los nuevos tiempos. En este sentido, Lagomarsino estuvo al frente durante los últimos años del “Pilar pueblo”, previos al boom comercial y demográfico que sobrevendría poco tiempo más tarde.
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Sin embargo, su administración estuvo también marcada por un tema personal del que pocos sabían: sus problemas cardíacos, íntimamente relacionados con su amor por el cigarrillo. Hasta el mismísimo René Favaloro fue uno de los médicos a los que Luiso consultó para tratar de mejorar el cuadro.
Las últimas horas fueron vertiginosas: el sábado 12 de diciembre de 1987, Lagomarsino asumió su segundo período como intendente de Pilar. Al día siguiente, mientras compartía un asado con amigos en El Pial de Zelaya, Luiso sufrió un paro cardíaco que provocó su internación en el Hospital Italiano, falleciendo el lunes 14 con apenas 62 años, pero dejando un recuerdo que con los años se agiganta.
La noticia comenzó a correr entre los vecinos, que no podían creer lo que había sucedido. El sepelio, en el Palacio Municipal, fue multitudinario e incluso se temió por un posible derrumbe.
Los gastos del entierro y la construcción de un espacio recordatorio en el cementerio local fueron costeados por sus amigos, como fiel reflejo de la austeridad y sencillez que caracterizaron al caudillo a lo largo de su vida.
La muerte de “Luiso” mereció un espacio en los medios nacionales, quienes resaltaron las virtudes del intendente. Así, Clarín destacaba “el afecto y el respeto que Luis Lagomarsino mereció a lo largo de cuatro décadas por parte de sus correligionarios y de sus adversarios políticos, así como de todos los habitantes de su Distrito, sin distinción de ideologías o posiciones sociales”.
Por su parte, el diario La Prensa señalaba que “su gestión al frente del municipio estuvo caracterizada por la sencillez y la participación popular, habiendo cerrado con superávit su anterior administración”.
62
años tenía Luis Lagomarsino cuando falleció a fines de 1987, debido a problemas cardíacos.