La alimentación ausente en el debate político

4 de septiembre de 2011 - 00:00

 

por Jorge Álvarez

 

Hasta no hace mucho tiempo el mundo tenía problemas de hambruna por falta de alimentos, esto quiere decir que no se producían alimentos suficientes para la demanda existente. De alguna manera, las crisis sociales en los siglos pasados estaban asociadas indefectiblemente a esta carestía.

Ahora bien, los avances tecnológicos, la incorporación de nuevas técnicas de riego y otros, han permitido una abundancia de producción de alimentos que no sólo se usan para la alimentación humana y animal, sino también para otros fines como la generación de combustibles.

La expansión de la producción de alimentos ha obligado a un uso extensivo de tierra con un alto costo ambiental, no sólo por la modificación de humedales o bosques, sino por el uso de hidrocarburos en los insumos químicos que permiten un aumento de la producción con alto impacto en la naturaleza.

No sólo se trata de una reutilización de la tierra, se modifica también el uso de la tierra para la producción animal en espacios cada vez más reducidos, en algunos casos ha condenando a cerdos o vacas a vivir sus vidas atadas a postes, sin caminar, para engordarlos fácilmente.

El uso de la tierra y los límites éticos del avance tecnológico, por el afán de la producción alimentaria, por sobre la naturaleza son puestos en tela de juicio día a día.

A su vez, las transformaciones culturales fruto del imperio de la industria del entretenimiento, han modificado tradiciones y pautas de consumo. Hoy las sociedades se alimentan, no por lo que necesitan, sino por lo que les venden las maquinarias de publicidad y los estilos de consumo impuestos por quienes comercializan la producción alimentaria.

De allí, podríamos afirmar que se produce lo que se vende y se come lo que se instala en el mercado. ¿Qué comemos? Comemos alimentos cada vez más esterilizados, producidos artificialmente con miles de conservantes para aumentar su duración en la cadena de ventas.

La población mundial tiende y tenderá a vivir cada vez más en ciudades, con lo cual la producción de alimentos naturales exigirá cada vez más intervenciones híbridas que permitan una mayor duración de vida útil de estos en la cadena de venta y posterior comercialización.

Todos queremos que los tomates duren la mayor cantidad de tiempo posible, para economizar la cantidad de veces que deberíamos ir a la verdulería a comprarlos. No queremos (y tal vez no podemos por falta de tiempo) abastecernos todos los días, buscamos cada vez más hacer una compra que dure, eso significa alimentos cada vez más industrializados y cada vez menos naturales.

Por último, la conformación de una dieta alimentaria, culturalmente hablando, no puede dejarse en manos del mercado. Se requiere de una intervención de “la política” como actor social que regula el poder para discutir por qué en nuestro país se come como se come.

La escasa cantidad de frutas y verduras frente al mayor consumo de alimentos no perecederos en la dieta, el consumo de carnes vacuna por sobre otros tipos de carne (corderos, ovejas, conejos, etc.) son algunos de los interrogantes que nos obligan a reflexionar.

Ya que la dieta alimentaria es una mercancía y a esta se accede de acuerdo a las posibilidades económicas, no se discute por ejemplo por qué los pobres están condenados a alimentarse con hidratos de carbono en alimentos no perecederos, mientras los ricos acceden a dietas que priorizan la salud y la calidad de vida en primer lugar.

Mujeres de los barrios pobres gordas u obesas y las mujeres de los barrios ricos delgadas.

En nuestro país, la cuestión alimentaria no está dentro del debate político, por omisión podríamos pensar que hay un consenso mayoritario en todas las fuerzas políticas de mantener la estructura alimentaria actual.

Es preciso comprender que el mundo que viviremos producirá alimentos suficientes para que no haya hambre, pero su acceso sigue siendo inequitativo en cantidad y en calidad.

Hay que incorporar en la mesa de la discusión política, qué comemos cuando nos alimentamos. Un debate ausente, entre tantos debates ausentes.

 

Concejal de San Isidro, Unión Cívica Radical http://alvarezsi.blogspot.com

 

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