El auditorio de la USAL, a pleno, durante la jornada de ayer.
Luego de tres intensas jornadas, se cerró ayer en el Campus Nuestra Señora del Pilar de la Universidad del Salvador (USAL) el Congreso Internacional de Educación Superior, en el que académicos de distintas casas de altos estudios del mundo debatieron sobre el compromiso social y los retos de la universidad en el siglo XXI.
La clausura del encuentro, cuyas dos primeras ediciones se desarrollaron en el teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos Aires el pasado lunes y martes, tuvo como eje temático las perspectivas y desafíos de la educación superior.
Las exposiciones, en este caso, fueron responsabilidad del mexicano Francisco Marmolejo, director ejecutivo del Consorcio para la Colaboración de Educación Superior de América del Norte (CONAHEC), así como del estadounidense William Graves, Profesor emérito en la Universidad de Carolina del Norte y Vicepresidente Senior de Estrategias Académicas de SunGard Higher Education, y del argentino Ernesto Fernando Villanueva, miembro de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU).
El diagnóstico expuesto por los diferentes académicos giró en torno al papel determinante de las nuevas tecnologías de la comunicación en la educación universitaria, la importancia de la enseñanza de idiomas y la capacitación docente, así como la necesidad de generar lazos firmes entre las universidades de América e intensificar el compromiso social de dichas instituciones.
Desafíos
Profundizando acerca de los retos que debe enfrentar la universidad en este siglo, consultado por El Diario, Marmolejo explicó que “vivimos en un nuevo contexto global, con un nuevo tipo de estudiante, con el uso masivo de tecnología en un contexto que se resiste a cambiar que es el de la universidad”.
Y destacó la necesidad de que la formación “les permita (a los graduados) competir en el mundo, pero que no pierdan su sentido de responsabilidad con su propia comunidad por el hecho de que fueron privilegiados”.
A su vez, se refirió al financiamiento de la educación superior por parte del Estado y criticó que cuando ésta es total “hace que los muchachos de más recursos, que tienen una mejor educación en los niveles previos, tengan mayores posibilidades de ser admitidos en las buenas universidades, que al ser financiadas por el Estado hacen que este estudiante estudie donde no le cuesta y el que tiene menos recursos tiene que ir a una que sí le cuesta”.
Para esto, planteó como solución un “un sistema compartido, con ciertos aportes del estado para ciertas funciones básicas institucionales y donde haya una contribución parcial en la medida de las posibilidades de las familias”.
De todos modos, aseguró que “la universidad es el principal factor de movilidad social y está demostradísimo”. “Sin embargo –objetó- hay que revisar qué tanto está propiciando una mayor movilidad social en ciertos sectores de la población y está desprotegiendo otros”.
Compromiso social
Por su parte, en cuanto a los desafíos de las universidades de cara al futuro, el vicerrector de Investigación y Desarrollo de la USAL, Fernando Lucero Schmidt, habló con El Diario sobre la importancia de que las casas de estudios superiores asuman mayor responsabilidad social: “la universidad tiene que aprender en América Latina a asumir un compromiso social más activo, no solamente ser más formadora de líderes, sino también tiene que salir a colaborar con ONG, con el mismo Estado en la formación de jóvenes para que pueda nivelarse la situación de educación”.
“Tiene que acercarse –agregó- tener programas y capacitar a sus jóvenes para que estén dispuestos a retrotraer la situación de exclusión que existe en nuestra sociedad”.
A su vez, el rector de la USAL, Juan Alejandro Tobías, agregó que “el primero es la formación de los jóvenes con vistas a lo que tienen que afrontar, al desarrollo de la sociedad, al crecimiento, al servicio para los demás, a detectar los problemas y poder acceder a presentar soluciones”.
Y reconoció que es necesario formar “ciudadanos responsables, contribuir a la formación de una república, la democracia no es solamente votar y para eso nos falta mucho”.
“¿Y ahora qué?” la pregunta después del congreso
Con ese interrogante, Patricia Gudiño, secretaria general de la Organización Universitaria Interamericana (OUI), una de las tantas instituciones internacionales que participaron del congreso, habló de la necesidad de transformar lo debatido en “acciones concretas”.
Para esto, la OUI, junto a la USAL y la Asociación Internacional de Universidades se comprometieron a crear un espacio virtual donde estén disponibles las ponencias del congreso “para que las personas que participaron puedan seguir generando un diálogo virtual”, afirmó la académica, que también anticipó el lanzamiento de un “módulo de formación virtual sobre compromiso social a disposición de los docentes de nuestras instituciones”.