El Milagro. El barrio fue inaugurado en el 2009 con varias falencias.
Al cabo de tres largos meses, el barrio Los Milagros, de Presidente Derqui cuenta con agua potable. Es que desde su inauguración en 2009, en la esquina de HG Martin y Bahía San Blas, el vital elemento extraído con las bombas centrífugas de cada vivienda no era apto para el consumo humano debido a bacterias contaminantes que le daban mal gusto y peor olor.
En consecuencia, primero la incursión de ediles de la oposición y luego del Municipio permitió que una nueva obra hidráulica abasteciera a las 34 casas entregadas por un plan del Gobierno nacional, mayormente, a mujeres solas con varios hijos, con chicos discapacitados o a familias numerosas.
Además, luego del reclamo de la incipiente comisión vecinal del barrio, el obrador de la localidad cubrió con material asfáltico las calles que lo circundan y atraviesan, al tiempo que mejoró la iluminación, instaló un refugio en la parada de colectivos y corta el pasto de los adyacentes terrenos baldíos.
Pozos
La nueva provisión del fluido ahora surge de dos pozos cavados hasta unos 60 metros, mientras que en la obra original no alcanzaba los 20, generando una contaminación confirmada por el área de Bromatología del Municipio.
Pero los trabajos no carecieron de una polémica habida cuenta que la edil opositora Noemí Barrio sostuvo que el pago acordado entre la Comuna y una empresa privada de Derqui era excesivo del momento que ella había constatado valores muy inferiores por la misma obra.
“No entiendo cómo se puede pagar 150 mil pesos cuando ese trabajo no supera los 60 mil”, dijo oportunamente sin que nadie del Ejecutivo, o de la Secretaría de Obras Públicas le saliera al cruce fundamentando el valor estipulado.
Esa inversión consistió en instalar dos tanques comunitarios -uno por cada manzana del barrio- a una altura de 10 metros, los respectivos pozos de 60 metros de profundidad, y la distribución por cañerías de plástico hasta cada una de las viviendas separadas entre sí por muy escasa distancia.
Ahora los vecinos deberán afrontar el gasto del consumo de energía eléctrica, y este llegará mediante dos boletas para cada sector beneficiado. Esto dio paso a una diferencia entre algunos vecinos que exigieron un pago discriminado “porque algunos van a consumir el doble o triple de agua que otros, y todos vamos a pagar la división del monto general en partes iguales”.
Pero los mayores inconvenientes, por ahora, no se debieron a eso sino a la extrema lentitud de los trabajos. Algo sucedido porque no empezaban o sólo se hacían durante los fines de semana, y luego porque un vecino se negó a recibir el agua potable y a que las cañerías para otras casas pasaran por su terreno.
Los intentos de la firma responsable y los de los vecinos para obtener el permiso fueron en vano durante un mes. Finalmente la empresa apeló a un desvío de varios metros y la obra se pudo concluir.