Así se presentaba ayer el barrio La Lomita.
Calle Saavedra Lamas y cercanías de la estación de Villa Rosa. Las fotos las envió el vecino Sergio Varela.
Claudio Díaz junto a uno de sus tres hijos, en La Lomita.
Sentado en el frente de su casa que aún está en construcción, junto a su mujer y sus tres hijos, Claudio Díaz espera que el agua baje. En el lugar hay más de 80 centímetros y roza el borde de la puerta que, a sabiendas de que los terrenos son bajos, fue levantada.
De todos modos el agua se filtró en la vivienda, en el interior unos 15 centímetros de agua le arruinaron camas, colchones, heladera y otros artefactos.
“Hace cinco meses que compré y es la cuarta vez que me inundo, todavía estoy pagando el terreno y la casa, la verdad, no sabía que esto era así”, contó a El Diario Claudio, mientras esperaba paciente que el agua baje.
“Está bajando despacio, pero después de la lluvia bajó algo”, remarcó mientras asegura que de las cuatro veces que el agua llegó a su vivienda, sólo una fue a refugiarse en un centro de evacuados: “me llamaron a la noche que venga porque se estaban llevando las cosas de las casas que estaban solas”, contó y afirmó: “por eso me quedo acá y no me voy”.
En el barrio, se ven unas 40 viviendas, todas rodeadas de agua, en distintos niveles y sin moradores: “no hay nadie, están todos evacuados, pero algún integrante de la familia vuelve por las noches a cuidar sus cosas”, explicó Claudio.
Unas cuadras antes, Pedro Ruiz, llegó desde Salta hace seis meses y se instaló muy cerca de la casa de su hermano: “tengo como 60 centímetros de agua adentro, pero como estoy sólo me las arreglo”, aseguró el hombre que contó: “mi hermano con los chicos y la señora tuvieron que irse a la escuela (Escuela Nº 7 de La Lomita que es el centro de evacuados de la zona) porque tenía como un metro de agua”.
Allí el panorama es desolador y solo el agua parece ser protagonista, no se puede salir, ni entrar del barrio: “menos mal que estoy de vacaciones, si no se me complicaría mucho ir a trabajar”, aseguró Díaz.
Unos 700 metros hacia el lado del centro pilarense, siempre por la calle Santa María, Marta Serrudo se queja de haber llamado varias veces a Defensa Civil y que no le hayan dado respuestas.
Culpa a una catarata que sale del barrio cerrado La Carmela hacia la calle de ser la causa por la cual el asfalto se rompió dejando un pozo en la esquina.
“En 20 años que vivo acá nunca me llegó el agua a casa y ahora por culpa de esta gente que desagota a la calle, tengo el agua en casa”, disparó muy enojada.