por Víctor Ejgiel
Esta frase resulta tan peculiar, tan conocida, que pareciera que todos los años tiene su vínculo en alguna acción de gobierno que la renueva.
Justo en la misma semana en la que, lamentablemente tarde, se discuten los incrementos salariales para los docentes del país, larga y eterna lucha de cada maestro de poder, de alguna manera, obtener la retribución justa por tarea efectuada, justo en este momento, ese mismo gobierno que rige la paritaria, destina plata tanto para ver el fútbol por Canal 7 (cosa que hace menos de un año se había prometido que no ocurriría), y para que un argentino pueda correr en la fórmula 1.
¡Ojo! No es que no me gustan los deportes, al contrario, como cada uno de los habitantes de este país creo que somos extremadamente amantes de los deportes. Lo que trato de decir es que, por lo menos, suena a descuido el hecho de no poder pagar a un maestro pero sí bancar el despilfarro provocado por los clubes de fútbol que lejos de ser ejemplos de buenas administraciones, parecen millonarios mentirosos concretando compras y ventas tan ridículas como increíbles.
Tal vez los valores sean diferentes, tal vez los fondos provengan de otros lados, en definitiva la plata la pone el Estado, que recauda de lo que cada uno de nosotros paga de sus impuestos, entonces, en definitiva, la caja es la misma.
Encima, y como trama encubierta, en la paritaria nacional se fija un incremento salarial que en parte satisfizo a los representantes gremiales, el problema es que ese piso salarial docente es fijado por el Gobierno nacional que desde hace unos cuantos años no paga un solo sueldo docente ya que derivó el mismo a cada provincia, entonces esos gobiernos provinciales deben responder a dicho incremento con fondos que tal vez no poseen. ¿Por qué no lo poseen? Es un tema a tratar en otra charla donde podemos enumerar varios desvíos, pero como existe un fondo compensador nacional, que existe para colaborar con las provincias en los pagos de estos sueldos, cada gobierno provincial depende, otra vez, de las dádivas de la nación.
Qué casualidad que esta circunstancia se dé justo cuando están por comenzar las clases, momento crítico de cualquier negociación salarial, y en el momento en el cual se están por votar leyes más que importantes en el Congreso de la Nación, importantes para el país, pero más importantes para el Poder Ejecutivo que necesita del respaldo congresal, que puede tener cierta influencia ante la necesidad de fondos para cubrir este tema.
Otra vez la caja soluciona escollos, y vaya paradoja, lo hace con las provincias como lo hace con los clubes de fútbol, que no manejan los mismos intereses pero parecen tener los mismos descalabros administrativos.
Por otro lado se pide a los docentes cumplir con los famosos 180 días de clase, cuando todos sabemos que la solución a la educación no responde a cantidades de tiempo frente a la información, sino a la calidad de la misma, que cada chico tenga su banco donde sentarse y lo mas próximo a su casa, para poder ir todos los días. Si las escuelas están llenas, sin vacantes para chicos del barrio, si los que pudieron acceder no tienen donde sentarse, o mínimamente estar cómodos generando un espacio con ganas de estar, es muy difícil que tenga ganas de ir, entonces ya no depende de si va 180 días a la escuela, depende de que cada día que esté en ella tenga las condiciones para poder estar atento y escuchar a cada docente.
La famosa “nueva secundaria” tiene tantos baches en su armado que a quince días del comienzo de las clases es difícil entender su implementación.
Como todos los años las ganas de empezar están, cada uno de los trabajadores de la educación queremos reencontrarnos con nuestros destinatarios, pero siempre, siempre, nos tropezamos con las mismas piedras.