Curiosidades

El pingüino para vino: una tradición de la mesa argentina

Hablando de nuestra historia en esta nota te contamos todo sobre la jarra Pingüino, este recipiente de culto para servir vino argentino. Detalles.

Por Redacción Pilar a Diario 30 de abril de 2024 - 07:50

Formó parte fundamental de los vinos “de mesa” entre los ochenta y los noventa. Devenido a menos en el siglo XXI, hoy tiene su merecida revancha y vuelve a estar en consideración de los paladares vinófilos. ¿A quién nos referimos? Al famoso pingüino para vino, una tradición de la mesa argentina que marcó toda una época.

No es claramente una jarra cualquiera sino una personificación simpática de un animal que, aunque de ambientes fríos, fue diseñada para contener el calor ardiente del alcohol.

Hoy es un recuerdo de los domingos en familia, de las discusiones de asados y de una auténtica vida barrial. Sigue sobreviviendo en las mesas que quieren saborear un poco del pasado, de las tradiciones y del cálido abrazo familiar que hizo y hace feliz.

Es momento de reivindicarlo y recordar su historia, signada por los pujantes inmigrantes que desembarcaron en estas tierras en busca de un futuro próspero. En esta nota, te contamos todo lo que necesitas saber sobre la tradición del pinguiño para vino.

Es momento de reivindicarlo y recordar su historia. (Tinto y Soda)..jpg

  • EL ORIGEN DE LA TRADICION

Para conmemorar la presencia del pingüinito en nuestras mesas familiares, debemos remontarnos unos cuarenta años. Antes de 1984, las bodegas trasladaban el vino a las grandes ciudades (Buenos Aires, Rosario y Córdoba) para comercializarlo en envases de 200 litros, 20 litros o 5 litros, a cantinas, pulperías o almacenes.

De este modo, el vino fraccionado quedaba en manos del comercializador, lo que no garantizaba de ninguna manera la calidad de la bebida. En este contexto, algunas bodegas contaban con planta fraccionadora en el destino (una de estas plantas se encontraba en lo que hoy es el Polo Científico Tecnológico en CABA). Otras veces, el fraccionado quedaba a cargo del propio comercializador, por lo que no se podía garantizar la calidad de la bebida y que casi inevitablemente se veía alterada. En esta parte de la historia la calidad y la conservación del vino no era un tema importante para el consumidor, que hoy, en cambio, exige cada vez mejores exponentes.

Los comerciantes vendían el vino directamente fraccionado por la bodega o lo fraccionaban en damajuanas, pero el cantinero o pulpero tenía que volver a fraccionar el vino para llevarlo a la mesa del cliente. Es allí que toma importancia este simpático animal hecho jarra. Previo al pingüino se utilizaban unas jarras con una manija de mimbre, pero en algún punto (incierto) esta jarra de vino se popularizó y comenzó a utilizarse masivamente en los negocios y también en la mesa familiar en donde tuvo un pico de uso entre los años 50 y 70 del siglo pasado.

La pregunta que surge es por qué se utilizó la forma de un pingüino. Algunas fuentes aseguran que fue por la forma parecida a la de una botella o jarra y porque era ameno que el vino fuese vertido a través del pico. Otros testimonios, en cambio, aseguran que hubo fallidos intentos de imponer patos, elefantes y hasta cupidos, pero no tuvieron éxito.

El pingüino original era de litro, pero hoy en día se pueden conseguir de un cuarto, medio, tres cuartos y volumen original.

Una historia de inmigrantes y de vino suelto. (Tinto y Soda)..jpg

  • REGRESAR A LO SIMPLE

En 1984, se sancionó en Argentina la Ley de fraccionamiento de vinos en origen, que estableció que el vino debía ser fraccionado en la zona de producción. Con esta legislación, el pingüino entró su etapa de desuso. La industria empezó a volcarse a la botella de 750 ml, el etiquetado y el packaging diferenciador. De allí se empieza a moldear de a poco la presentación de hoy en día de los vinos.

Pero a partir del nuevo siglo surge un nuevo cambio ya que la cultura de lo visual, el aumento de las bodegas y elaboradores, hicieron imperioso la necesidad de diferenciación por lo que se recurrió a cada vez una mejor estética (tanto es así que muchas veces la estética es más cara que el propio vino). En paralelo, a partir de la reconversión vitícola, se comenzaron a elaborar vinos de más alta calidad que casi obligadamente necesitaron apoyarse en dar una mejor presentación del producto para ponerlo en valor.

Además, comenzó el auge del enoturismo, la utilización de copas de cristal y proliferaron los restaurantes con propuestas gastronómicas de alto vuelo. En definitiva, surge la moda hedonista, con ciertos tintes elitistas en relación al consumo del vino.

Sin embargo, a tono con el idea de “regresar a lo simple”, en el último decenio se trajo de nuevo a escena al viejo y ponderado pingüino y hoy no solo lo vemos en las mesas familiares, sino, también, en bares y pulperías que han tomado un nuevo auge. Hoy, el vino que llega a este tipo de jarra suele ser mucho mejor del que llegaba hace medio siglo, por lo que es común que se rellene con vino de bag-in-box, o por qué no, de damajuana también, pero de una calidad aceptable. El famoso vino de la casa.

La jarra pingüino van mucho más allá de los recuerdos y sobrevive gracias a la curiosidad de muchos coleccionistas. En el Restaurante Tinto y Soda se pueden observar y disfrutar muchas de ellas. Las fotos de esta nota las ilustran. Algunas están firmadas por representantes de la cultura nacional como Graciela Borges, Lali Espósito, Martín Bossi, Agustina Cherry, Marcelo Gallardo, Juan Ramón Riquelme, Martín Palermo, Beto Alonso, CarlosNavarro Montoya y muchos más.

Disfrutar de la colección. (Tinto y Soda)..jpg

La buena nueva es que el pingüino para vino está de regreso y ha sido reivindicado. Porque detrás de este recipiente está nuestra historia. No solo la de nuestro país, sino, también, aquellas vinculadas a anécdotas familiares y amigueras, entre asados, cumpleaños, encuentros sociales que formaron parte de la cotidianeidad de muchos argentinos.

Esta tradición argentina que ha sobrevivido a lo largo del tiempo y se ha convertido en un símbolo de la cultura vitivinícola del país. Esta jarra celebra la pasión por el vino y la creatividad. Aunque parezca un mensaje ecologista: ¡salvemos a los pingüinito!

MÁS INFORMACIÓN:

Tinto y Soda

Shopping Torres del Sol, Km 50, Pilar

[email protected]

(0230) 447-3879 / 466-8728

¡SALUD!

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