Tomás Molina terminó conociendo las dos caras de la moneda del deporte profesional y fundamentalmente la pasión con la que se vive el fútbol en una noche decisiva para Argentinos Juniors en la Copa Argentina.
El delantero de Pilar, goleador de la temporada en Argentinos Juniors, terminó entre lágrimas la final de la Copa Argentina. No pudo concretar su penal.
Tomás Molina terminó conociendo las dos caras de la moneda del deporte profesional y fundamentalmente la pasión con la que se vive el fútbol en una noche decisiva para Argentinos Juniors en la Copa Argentina.
Tras la igualdad agónica 2-2 que consiguió el Bicho para remontar un 0-2 en cancha de Instituto de Córdoba frente a Independiente Rivadavia de Mendoza, Molina no pudo en las dos oportunidades que se le presentaron en la definición.
Tomás probó primero a la izquierda del arquero Gonzalo Marinelli, que ingresó como suplente de Independiente tras la lesión del titular. El VAR advirtió que se había adelantado el arquero y se tuvo que repetir la acción.
Molina cambió de palo y también el arquero para detener nuevamente el disparo.
Encima, con la enorme efectividad de Independiente, sentenció la Copa Argentina para los mendocinos por 5-3 en los penales.
El delantero de Pilar no pudo contener su desazón y se lo vio desbordado por las lágrimas. Los compañeros lo rodearon para bancarlo y sus propios hinchas lo alentaban en una imagen desconsolada.
