En la semana se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de Eva Duarte de Perón (ocurrido en 1952), cuyo busto se erigía en un parque ubicado en pleno centro de Pilar.
Es la historia del Parque Infantil Evita, lugar de recreación que sufrió las consecuencias tras la caída de Perón en el marco de la autodenominada Revolución Libertadora.
Sin existir datos precisos, se estima que el lugar –ubicado en la esquina de Belgrano e Independencia, donde hoy funciona la Escuela Nº26- fue creado a fines de la década de 1930 o principios de los ’40. Allí había juegos infantiles y un mástil en el que flameaba una bandera nacional.
Si bien ya existía para ese entonces, el sitio fue bautizado como Parque Infantil Evita durante la intendencia de Floriano Benito López, elegido intendente por el Partido Laborista y uno de los primeros peronistas del distrito.
El predio era sitio de encuentro de familias y escenario de eventos, algunos de ellos míticos: allí fue donde estuvo “La Moby Dick”, ballena llegada desde España que fue el deleite de chicos y grandes, pero destacada también por su mal olor…
Encuentro
El lugar dio origen a un equipo de fútbol compuesto por chicos de la zona, que se hacían llamar justamente El Parque y perduró hasta que entraron a la juventud.
Uno de esos chicos era Rubén Martinelli, luego convertido en un destacado hombre de la Unión Cívica Radical, concejal y diputado bonaerense. A los 88 años, en diálogo con El Diario recordó que “en las propiedades linderas, en Independencia y San Martín, vivía mi abuelo, por eso yo me crié a metros del parque”.
Por eso reconoce que “cuando tenía 7 u 8 años era uno de los chicos que entraba a jugar al fútbol. En un principio, el lugar tenía un paredón y nosotros le hicimos un agujero para poder pasar”. Además, cuando había juegos infantiles “los arrancábamos para seguir teniendo nuestra canchita… éramos unos vándalos, ahora me doy cuenta de que estaba mal”.
Sin embargo, aquellas eran travesuras infantiles, nada comparadas a los actos de barbarie que se vivieron en aquel 1955.
Su memoria le permite a Martinelli describir al sitio a la perfección, “con sus aros, los sube y baja y el camino que llevaba hacia el mástil. El busto de Evita se colocó ahí, cerca de la bandera”. Además, se enorgullece recordando que “nunca perdíamos ahí, era nuestro lugar y conocíamos hasta el último pocito. Como no la pudimos sacar, a la base del mástil la usábamos para tirar ‘paredes’, como se hacía con el cordón de la vereda”.
Ocaso
Como se expresó anteriormente, con el triunfo del peronismo en las elecciones de 1952 –y en especial por el fallecimiento de la primera dama en el ’52- el lugar recreativo pasó a llamarse Parque Infantil Evita, con busto incluido.
El predio no perdió sus características de lugar familiar muy cercano a la plaza 12 de Octubre, sitio de encuentro para los vecinos, en especial los más chicos, que se entretenían con los juegos.
Sin embargo, el espacio verde sufrió un duro revés con el advenimiento del golpe de Estado que derrocó a Perón. Sin dejar de mencionar, claro está, que el propio intendente López debió dejar su cargo (ver aparte).
Envalentonados, algunos vecinos que rechazaban al peronismo tomaron la decisión de no dejar rastros del movimiento en el centro de Pilar… El más belicoso fue el Loco G., quien vivía a pocos metros y arriaba vacas en plena calle. Los memoriosos cuentan que, si algún coche quería pasar, les pegaba con el mango de la fusta o el rebenque en el techo o parabrisas.
“Él fue quien llevó el busto de Evita por la calle Belgrano atado con una soga”, comentó Omar Bouvier, estudioso de la historia de Pilar, “dando una vuelta a la plaza”.
La versión es confirmada por el propio Martinelli, testigo directo: “Ató al busto con una soga e hizo salir a su caballo al galope. La escultura se arrancó y así la llevó alrededor de la plaza, golpeando contra el suelo. Quedó destruida”.
Claro que el Loco G. no estaba solo, sino que varios habitantes del pueblo estaban allí para ver su “obra”. Entre los presentes estaba su propia hermana, A. G., quien al otro día fue agredida en su lugar de trabajo, la recordada fábrica SIT, donde la mayoría de las obreras eran peronistas…
“Algunos aplaudían, otros lo insultaban”, recuerda el exconcejal, aclarando que “yo nunca estuve de acuerdo con lo que hicieron con el busto. No soy peronista, pero eso no estuvo bien”.
Luego del ataque, el lugar perdió su nombre y el busto no se repuso. No obstante, continuó siendo un lugar recreativo por algunos años más, hasta que a principios de la década de 1960 comenzó a erigirse la Escuela Primaria Nº26, que en un primer momento fue construida en madera.
Del Parque Infantil Evita ya no quedan rastros, salvo en la memoria de aquellos que disfrutaron de sus instalaciones u observaron cómo pasaba al olvido luego de aquellos agitados días de 1955.
UN INTENDENTE EN EL DESTIERRO
Floriano Benito López nació el 2 de abril de 1915 en la localidad de Campana, en el seno de una familia humilde.
Se insertó en la vida laboral siendo muy joven y por cuestiones de trabajo debió mudarse a Pilar, donde fue operario en la recordada Fábrica Militar. Rápidamente se destacó entre sus compañeros y fue elegido delegado.
Admirador de Perón, entró en la política postulándose como intendente, por lo que en 1952 se convirtió en jefe comunal de Pilar.
En poco más de dos años, ordenó la pavimentación y dio el nombre a la calle Lorenzo López. Además, impulsó la creación del barrio obrero y ordenó la creación del escudo municipal, diseñado por el concejal Antonio Capandegui.
Su tarea quedó trunca en septiembre de 1955, por la llegada del golpe de Estado. Floriano López y todos sus colaboradores fueron encarcelados por 15 días. Una vez en libertad, se mudó del distrito con rumbo a Moreno, para no regresar.