Opinión

Femicidios

25 de enero de 2025 - 16:42

Por Andrea J. Carpaneto*

Después de mucho tiempo sin publicar, los recientes dichos en el Foro de Davos me impulsaron a dar mi opinión. Escribo sobre femicidios desde el año 2011 y estudio temas de violencia familiar desde 2003. Llegué a este tema después de escuchar que, detrás de cada historia personal de tormentos, la violencia era una constante. Descubrí que los profundos padecimientos en la salud mental, muchas veces, están atravesados por situaciones de violencia intrafamiliar, ya sea como víctimas o como testigos de esa violencia. Hoy sabemos que los efectos traumáticos son los mismos en ambos casos.

No creo que sea el momento de entrar en detalle sobre los estudios científicos que avalan la figura penal del femicidio, pero sí considero importante aclarar por qué se llega a este concepto. Este constructo teórico surge a partir de análisis minuciosos realizados en múltiples investigaciones científicas alrededor del mundo. Dichos estudios concluyen que ser mujer, o una persona diversa, representa una posición de vulnerabilidad. Esto no sólo lo confirma la historia, sino también los hechos actuales.

En Argentina, en 2024, una mujer fue asesinada cada 27 horas (datos publicados por “Casa del Encuentro”). Estas muertes no son cifras abstractas; son hechos documentados. Las mujeres son asesinadas por sus parejas, exparejas o alguien conocido del entorno. Estos no son conceptos teóricos ni ideas; son realidades que deben llevarnos a reflexionar y actuar.

No pretendo hacer un texto académico. Mi intención es publicar algo que impulse a tomar posición. Estamos hablando de derechos humanos. Todas las personas —todes, todas, todos— tenemos derecho a vivir como queramos, a ser felices, a no ocultarnos y a disfrutar de la vida que elegimos.

En Argentina enfrentamos un problema grave: ser mujer (cis/hetero) o de la comunidad LGBTTTIQ+ implica vivir con miedo. Nos cuidamos entre nosotres. Hemos incorporado prácticas como avisarnos cuando llegamos a nuestro destino, porque el riesgo es real. También se está trabajando en la deconstrucción de las masculinidades tradicionales como una forma de transformar los modelos hegemónicos de la sociedad patriarcal.

Sin embargo, este punto también está siendo cuestionado: ahora quieren eliminar la Educación Sexual Integral (ESI) de las escuelas. Este es el recurso más importante para prevenir el abuso sexual en las infancias y la violencia intrafamiliar y de Género. Negar la ESI es un retroceso grave que expone aún más a las poblaciones más vulnerables.

Un caso reciente, el de Gisele Pelicot en Francia, es un ejemplo aterrador de la violencia extrema que sufren las mujeres. Fue drogada por su marido y violada por 51 hombres. La mayoría de ellos ya han recibido sus penas. Este hecho no sólo indigna, sino que también evidencia la urgencia de seguir luchando contra estas formas de violencia hacia las mujeres.

Sin embargo, la realidad es que los varones son quienes cometen la mayoría de los asesinatos. Ellos matan tanto en las calles como dentro del hogar. Son ellos quienes acribillan a otros durante un robo. ¿Acaso alguien conoce a mujeres que salgan a robar y maten para cumplir con su cometido? Si las hay, representan un grupo extremadamente pequeño. Esto no significa que “todos los varones” cometan delitos; simplemente refleja que, según las estadísticas, los principales responsables de estos actos violentos son varones.

¿De verdad se pretende derogar una ley que el mundo entero está adoptando? ¿Vamos a retroceder 20 años (o muchos más) en materia de derechos? Este es el momento de defender lo que hemos logrado para las mujeres, las diversidades y las infancias. ¡No podemos permitir que los derechos humanos sean objeto de retrocesos!

(*) Psicóloga.

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