Por Alejandro Lafourcade
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La guerra de Malvinas dejó huellas imborrables en los argentinos, especialmente en aquellos que fueron parte de la contienda. Por eso, reencontrarse casi cuatro décadas más tarde con quienes se peleó codo a codo en las islas es una experiencia que trae recuerdos y refuerza los lazos de hermandad.
Es el caso de Gustavo Walter, veterano pilarense que el pasado fin de semana pudo reunirse con quienes fueran sus compañeros en la pieza 2 de la Batería Bravo, grupo de artillería que combatió literalmente hasta el final.
La reunión se realizó en Cosquín, Córdoba, hasta donde llegaron excombatientes de todo el país, pertenecientes a la batería antes mencionada. Allí, el pilarense se reencontró con Juan Carlos Celestino, César Luna (era el cabo), Pascual Bailon Corvalán y Víctor Cartés, todos componentes de la pieza 2. Sólo faltaba un compañero de apellido Torres, quien falleció años después de la guerra.
Conscriptos
Gustavo Walter comenzó la conscripción en 1981, siendo destinado a Puerto Belgrano, la principal base de la Armada. Un año después, estaba en Malvinas.
En total, la Batería Bravo –a la que pertenecía Walter- estaba formada por 72 personas, de las cuales 12 eran superiores. El resto eran soldados, la mayoría provenientes del norte del país y con muy pocos días de conscripción. “A mí me faltaba muy poco para la baja, había entrado el 1º de abril del ’81”, recuerda hoy.
En las islas debían combatir con un obús Oto Merala 105mm. Walter era el encargado de trasladar los cañones en camioneta, desde los aviones Hércules.
“Fuimos sin saber lo que iba a pasar. Llegué el 20 de abril y recién el 1º de mayo me di cuenta dónde estaba metido…”, confiesa. Su batería tuvo tres bajas en las islas, más una decena de fallecimientos en la posguerra.
“Había días en los que ya no queríamos seguir más –reconoce el veterano-, que se termine todo y nos cayera una bomba de una vez por todas… Por el miedo más la hambruna, comíamos una sola vez al día. Si hubiésemos combatido cuerpo a cuerpo, no estaríamos vivos, los ingleses venían en una proporción de cuatro a uno”.
La Batería Bravo peleó hasta el final. “Combatimos hasta el 14 de junio a la madrugada, luego caí prisionero una semana. Volví el 20 al continente, hace exactamente 37 años, justo era el Día del Padre”.
Cara a cara
Las nuevas tecnologías ayudaron a los miembros de la Batería Bravo a conectarse luego de tantos años. No obstante, el primer encuentro de algunos miembros fue en 2007, a 25 años de la guerra. Luego, en 2017 se formó un grupo de Whatsapp, al que cada vez se fueron sumando más excombatientes.
Así fue tomando forma un primer encuentro en Cosquín, que se concretó el año pasado con 21 personas de aquellas 72 que integraron el grupo completo. Por la camaradería generada, se planeó el evento que se llevó a cabo el pasado domingo, en el mismo complejo, ya con la compañía de las esposas.
Allí, Gustavo Walter finalmente pudo reunirse con sus compañeros de la pieza 2 de artillería. “Hay mucha hermandad en ese grupo, a pesar de que no somos todos iguales y tenemos historias diferentes”, comenta el pilarense.
En Córdoba, la emoción dejó paso a los recuerdos y anécdotas. “La recuperación de Malvinas llevó el nombre de Operación Rosario –expresa-, y nos dieron un rosario de plástico antes de ir a las islas. Mis compañeros tenían el recuerdo de que yo los juntaba para rezar”.
Sobre esto, indica: “Nunca fui muy creyente, lo hacía por el miedo. Íbamos al ‘pozo de zorro’ con una vela y les decía ‘muchachos, recemos’. Hasta el día de hoy creen que yo era muy practicante. Volví con ese rosario y se lo di a mi hermana, que es como mi madre”. Y agrega, sobre el reencuentro: “Estamos muy contentos, entre nosotros siempre vamos a ser esos chicos”.
“Combatimos hasta el final, el 14 de junio a la madrugada. Luego caí prisionero una semana. Volví el 20 al continente, hace exactamente 37 años”. GUSTAVO WALTER.
60
días estuvo el veterano pilarense en Malvinas, adonde llegó el 20 de abril de 1982.