Boliches, al tope de los reclamos por contaminación acústica

22 de agosto de 2013 - 00:00

Más de la mitad de las quejas vinculadas a contaminación acústica en la Provincia de Buenos Aires tiene como fuente de origen a los boliches bailables, aunque aparece un fenómeno nuevo como son los ruidos que provocan los escapes libres y las explosiones de las motos, informó ayer la Defensoría del Pueblo bonaerense.

Los datos surgen de la estadística de reclamos que atiende  ese organismo provincial y fueron presentados hoy en el marco de la “Semana del sonido” que se realiza en La Plata y que apuntan a  profundizar, mediante conferencias y debates, sobre la importancia del control de los ruidos molestos y su relación con la calidad de vida.

Según las cifras de la Defensoría, el 55% de las quejas  vinculadas a contaminación acústica tiene como origen a los boliches bailables, como consecuencia de los inexistentes o insuficientes tratamientos acústicos en los locales.

La actividad de grandes industrias, pymes y talleres ocupa el segundo lugar en el ranking; el transporte público de pasajeros aparece en el tercer lugar y en el cuarto aparece un fenómeno nuevo, protagonizado mayoritariamente por jóvenes, como es el ruido de escape libre y las explosiones de las motos.

Durante el seminario, el secretario General de la Defensoría del Pueblo, Marcelo Honores, destacó que “somos un puente entre los ciudadanos y el Estado”, y agregó que en los casos de ruidos molestos, “proponemos soluciones a través de la mediación y el trabajo conjunto con los municipios para evitar la instancia judicial”.

Flavio Ponce, integrante de la Secretaría de Derechos y  Garantías de la Defensoría y responsable de llevar adelante los casos vinculados a la contaminación acústica, indicó que “cuando el sonido se transforma en ruido, puede generar hipertensión arterial, problemas cardíacos, estrés, agresividad, falta de atención y sordera”.

Ponce sostuvo que “las recomendaciones del Defensor del  Pueblo intentan persuadir sobre la conveniencia de cumplir con las normas vigentes, tratando de evitar la instancia judicial e instando al Estado a cumplir con sus responsabilidades, evitando así que la Justicia resuelva lo que no resuelven los funcionarios”.

 

85

Decibeles es el máximo de ruido tolerable por un tiempo prolongado antes de que el oído resulte dañado.

 

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