La Reina, un siglo del otro lado del mostrador

El emblemático comercio propiedad de la familia Aon cumple 100 años este 13 de marzo. Fue fundado por un libanés abuelo del actual dueño. Hoy en día es el comercio más antiguo de Pilar.

10 de marzo de 2013 - 00:00

 

por Celeste Lafourcade [email protected]

 

Con poco más que el don del comercio en la sangre, Juan Aon y su hijo José Juan llegaron desde El Líbano a un paraje lejano y algo prometedor donde instalaron una tienda de venta de indumentaria a la que llegaban pobladores locales y de zonas aledañas.

En un paisaje todavía desolado, a metros de la iglesia y frente a la plaza principal, rodeado por algún que otro almacén de ramos generales, difícilmente podrían haber imaginado que un siglo después sería el único comercio que continuaría en pie en Pilar.

Conocido como “La Reina” desde la década del 40, el negocio que comenzó llamándose “Casa Aón, tienda San José” celebrará 100 años el próximo 13 de marzo.

En su locación original –Lorenzo López al 700-, desde hace más de 50 años el negocio está en manos de Antoine Henry, más conocido como “Tono”, uno de los seis hijos del matrimonio entre José Juan y Rosa Rahaim.

“Mi padre estaba establemente acá y mi abuelo iba a vender mercadería al campo, visitaba asiduamente a sus clientes”, recordó el heredero, reconstruyendo la historia con recuerdos de la infancia y relatos de sus padres: “conseguían cosas importadas y otras en Buenos Aires. Los viajes a Capital eran largos, los viajantes se quedaban dos o tres días acá, las calles eran de tierra, había carruajes y mucha gente a caballo”.

A los 19 años, para Tono –entonces estudiante de ingeniería- la sangre libanesa pudo más. Con el apoyo de su madre venció la resistencia de su padre que insistía con un futuro profesional para él y terminó abandonando la universidad para dedicarse al comercio.

“Cuando iba a Capital aprovechaba para hacer algunas cositas que me fueron picando fuerte y de a poco fui siguiendo con el negocio”, rememoró.

Es el único de sus hermanos que se interesó por continuar la tienda a la que hoy lo ata una relación mucho más que comercial, que involucra el afecto y el apego familiar. Tanto que en una charla con El Diario reconoció que “me va a costar mucho dejar el negocio, mientras yo viva creo que no va a cerrar”.

 

-¿Qué significa llevar adelante una tienda con 100 años en sus espaldas?

- Yo todavía no he tomado conciencia, es una cosa cotidiana, todos los días hay que levantar la cortina y van surgiendo cosas, uno quizás no le toma distancia al tiempo. Quizás después de que lo pase surja una sensación distinta.

 

-¿Cuál fue el secreto para que el negocio funcione por un siglo?

- Son muchos los factores, primero que surge de algo que está bien basado, que tiene buenos cimientos que los han dado mis padres. Es evidente que toda una trayectoria de 40 o 50 años que le han dado mis padres lo han ido afianzando, le han ido dando honestidad y corrección. Eso me ha ayudado a mí a poder innovar, a ir aggiornandome, a ir cambiando ciertas pautas de la comercialización. El comercio no siempre es igual, va cambiando.

 

Legado

Un matrimonio por poderes, modalidad utilizada cuando los contrayentes se encuentran físicamente distantes muy utilizada a principios del siglo XX, unió a José Juan con Rosa, una joven libanesa de 14 años internada en un colegio de París.

“Se conocían las familias pero ellos no, se casaron en 1923 y vinieron a Pilar en 1925”, contó Tono y destacó que su madre “fue un baluarte muy importante para el negocio, al punto que luego anexó su parte de mujeres”.

Fue en 1949 cuando la llegada de una tienda del mismo rubro a pocos metros obligó a pensar en nuevas estrategias. Atrás habían quedado las épocas donde los clientes llegaban a caballo, cada seis meses, para renovar el guardarropas.

Apremiada por la moda y la competencia, la tienda se desdobló en “Moda Sergito”, orientado al público femenino y en “La Reina” para los caballeros. El nombre es, en cierta medida, un retrato del temperamento de José Juan: un elocuente mensaje a la inoportuna tienda recién llegada “La Princesa”, que terminó desapareciendo.

 

-¿Cómo impactó en este negocio la llegada de los shoppings?

- A mí me ha favorecido. No me ha traído ningún impacto negativo porque hay una diversidad de propuestas con las que compito y a lo mejor con alguna ventaja porque estoy directamente yo.

 

-¿La competencia lo favoreció?

- Enormemente. El ir teniendo que competir te va incentivando a cosas nuevas y eso te ayuda a crecer. Soy una multimarca y tengo más variedad, y en el precio evidentemente compito mucho porque no tengo los gastos que tienen ellos. Y los clientes se sienten más atendidos. No todo el mundo viene específicamente a buscar una prenda sino que hay que ir guiándolo y mostrándole nuevas alternativas que a lo mejor no las pensó. También arreglamos las prendas para que queden a medida, los trajes, los pantalones.

 

-¿Sintió en algún momento la presión de tener que seguir porque es un negocio que fundó su abuelo?

- No, se dio naturalmente porque me gusta, siempre me gustó el rubro, tal es así que he asesorado a más de un fabricante.

 

 

 

La frase

“Me va a costar mucho dejar el negocio, mientras yo viva creo que no va a cerrar”, Tono Aon, propietario de La Reina.

 

 

La sucesión de La Reina

Padre de tres hijos, Tono asegura que todavía no se plantea en manos de quién quedará el negocio cuando él ya no esté al frente: “tengo a mi hija Silvia manejando el negocio del Torres del Sol pero, en este rubro es muy importante la compra, algo que todavía me cuesta delegar”.

Las fichas están puestas en Facundo -uno de sus siete nietos, nada menos que la quinta generación de Aon en estas tierras- que desde hace dos años trabaja con él.

 “Vamos a ver si le pica, esto te tiene que gustar”, afirmó el comerciante que detrás de las inmensas estanterías de La Reina asegura sin dudarlo que el suyo “es el negocio más antiguo de Pilar de todos los rubros”.

 

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