El regreso de los changuitos de los mandados, “utilitario” de la abuela

Un poco porque los supermercados empezaron a cobrar las bolsas y otro tanto por conciencia ecológica. Lo cierto es que se han vuelto a poner de moda y con una lavada de cara de “diseño”.

27 de octubre de 2012 - 00:00

La memoria invita a recordar a abuelas que en su afán por reducir el peso de los mandados, regresaban a sus casas con carritos y bolsas de plástico resistentes, que precisamente no se caracterizaban por su sentido del buen gusto y sí por su capacidad para soportar con comodidad el peso de los productos.

Movilizados por su practicidad, antes que por la concientización del cuidado del medio ambiente, los changuitos han resurgido en los últimos meses y hasta se han adecuado al idioma del marketing y el diseño, siendo cada vez más protagonistas en las compras.

Un informe reciente elaborado por la Asociación de Supermercados Unidos (ASU) indica que el uso de las bolsas de polietileno (las que comúnmente se entregan en los supermercados) se ha reducido en un 50% en comercios de la Ciudad de Buenos Aires debido a que muchos de ellos comenzaron a cobrarlas entre 15 y 25 centavos.

Y así como corren las noticias, también han cruzado el peaje y llegado a Pilar, donde cada vez más se pueden ver changuitos de tela o de lona acompañando a sus amos en la travesía hacia el mercado o el supermercado.

“Se venden porque no tenés que ir cargando con todo”, señaló Andrea, encargada de un bazar y regalería de las calles Rivadavia y Pedro Lagrave del centro de Pilar. Es precisamente en la calle Rivadavia donde se encuentra la mayoría de los bazares que ofrecen estos carritos compuestos por dos ruedas y una bolsa que según su calidad difiere en el precio.

Se consiguen desde los 120 hasta los 250 pesos, dependiendo también del diseño de la tela o la lona y la resistencia del esqueleto. En otro de los bazares de la zona también se puede conseguir un modelo de 328 pesos, más resistente, constituido por dos canastos de acero, que evocan a aquellos que hicieron furor décadas atrás.

“En la mayoría de los casos los changuitos los lleva la gente grande por su comodidad y para no hacer tanta fuerza”, recalcó Mirta, propietaria de un comercio de regalos sobre Hipólito Yrigoyen.

Fue ella quien también indicó que fue hace unos seis meses que volvieron a ponerse de moda, reclamados por las clientas para realizar sus compras.

En un comercio de objetos de diseño ubicado sobre la calle Champagnat, además de changos también se ofrecen canastos de plástico duro en distintos tamaños, que también apuntan a reducir el uso de las bolsas.

Por su parte, desde la sucursal de la calle Tucumán del supermercado La Economía, Héctor Prieto, su encargado, mencionó que es cada vez más común encontrar en el sector de informes, changuitos de clientes estacionados para luego ser cargados con productos y facilitar su traslado.

“La mentalidad de los clientes ha cambiado y se está tomando conciencia”, dijo el hombre, haciendo hincapié en el espíritu ecológico del cliente.

 

Más saludable

“El momento en que todos vengan con su bolsa”

Hace algunos años se comenzaron a entregar bolsas biodegradables en los supermercados de Pilar, apuntando a reducir en gran medida el impacto negativo que las convencionales producen sobre el ambiente, gracias a que estas nuevas se desintegran con mayor rapidez. Pero es cierto que para que la amenaza desaparezca, la mejor opción es directamente no fabricar ni utilizar esta clase de bolsas.

El supermercado La Economía recibe entre un millón y un millón doscientas bolsas de polietileno por mes para sus sucursales y el inminente uso de bolsas más ergonómicas y perdurables ha impactado en el comercio en gran medida.

“Antes te pedían reponer hasta tres veces las bolsas en una caja y ahora no”, mencionó Roberto Videle, propietario de la firma, quien apunta a que en noviembre se reduzca en un 40% el despacho de bolsas biodegradables en su comercio.

En este lugar también se ofrecían bolsas de mandados días atrás, pero las 150 que se ofrecieron fueron vendidas en tan solo 2 días. “Va a llegar el momento en que todos los clientes vengan con su bolsa y dejen de usar las de polietileno”, vaticinó Prieto, conciente del cambio que desde adentro ha percibido.

 

Análisis 

Cuando la industria le da tregua a la ecología 

por Matías Saavedra

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Se trata de una muestra más de la industria al servicio de la ecología. Aunque ambos términos suenen antagónicos, resulta de una alianza que cada vez se hace más común en las ciudades cuyos habitantes han tomado conciencia del impacto que generan en el medio ambiente las conductas humanas, el simple vivir utilizando elementos creados por el propio hombre y su técnica para la superación, y “el hacer del ser humano,” diría el filósofo alemán Martin Heidegger.

Al margen, y no tan alejado de la cuestión, es de esta manera como la industria reformula constantemente elementos de la vida cotidiana para volver a introducirlos en el círculo comercial y lograr una nueva asimilación en el marcado, que lo ajusta a las necesidades de la época.

En este caso, el diseño ha disfrazado hasta los utensilios de cocina para que adquieran más importancia por su valor estético que por su función primera.

Así, se pueden encontrar bolsas de mandado que se reducen al tamaño de la palma de la mano quedando con forma de rana, entre otros diseños. Y aunque esta vez el diseño disfrazó al viejo producto, la ecología fue la primera en la lista de los beneficiados, como siempre, bien vigilada por el capital.

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