Soy Mano: Junta soplada

por Víctor Koprivsek

25 de septiembre de 2010 - 00:00

 

 

 

- Se te sopló la junta de la tapa de cilindro.

Crepitó la voz de Quique, el aceitero.

- Mirá, entró agua en el aceite, dijo mostrando la varilla que estaba marrón cacona clarita, en vez de negra.

Y no se mezclan, no. El agua y el aceite pueden estar juntos en el mismo espacio, carter, vasija o depósito, pero ni ahí que se mezclan.

Así la mañana del día arrancó empujando el auto, arremangándose hasta el taller donde el mecánico le dijo, apenas lo vio:

- ¿Trajiste el bidón con nafta?

- Si tiene nafta

- Para prenderlo fuego, amigo. Sonrió.

Unos mates con facturas ablandaron las fieras y el auto arrancó. Pero, medio que seguía echando humo. Hasta que la luz roja señaló el aceite y entonces:

- Se te sopló la junta de la tapa de cilindro.

- Gracias por decirme, respondió el muchacho.

Y… sí, imaginate que hoy por hoy, nadie te dice dónde está el problema, todos especulan, especulan y no arreglan, para que vuelvas, viste.

- Es que ya se descubrió la cosa, los arquitectos inflan el trabajo y piden materiales de más, los abogados arreglan por atrás y no les pasan un mango a los indemnizados, los que arman computadoras y los mecánicos, te hacen funcionar una cosa y aflojan otra para que en 20 días se rompa y vuelvas, los encargados de las obras en construcción se quedan con lo que sobra y nunca alcanza, las agencias de seguro de coches cuando te lo roban o tienen que hacer algún reembolso, te comen el 30 y hasta el 40% de lo que te tendrían que dar, sabelo amigo. Murmura Aldo, con el bigotito bien peinado.

Así hasta el mediodía cuando, echando humo cruzó el Hospital Austral hasta el electricista, porque no andaba el electro viste, y estaba hirviendo la cosa, humo y vapor saliendo por las ventanas, más el caño de escape roto y sin luces.

Al final ¿para eso te compraste un auto, pibe?

El mundo gira, algunos se casan y otras no pueden ni con su sombra.

Falta poco para el Primer Festival de Teatro de Presidente Derqui.

- Todo tiene que ver con todo, murmura la doña mientras revisa la camisa del viejo antes de meterla al lavarropas.

 

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