Entre sus senderos silenciosos, los camposantos guardan historias, algunas por todos conocidas y otras misteriosas. Como sucede en cada pueblo, en el cementerio de Pilar descansan próceres, vecinos emblemáticos, ciudadanos de a pie y también personajes enigmáticos.
Este es el caso de la princesa europea que por alguna razón que hasta ahora nadie puede explicar, fue enterrada en los fondos del predio. Su sepultura, se comenta, nadie volvió a visitarla luego de la austera ceremonia íntima que se realizó el día que se hizo el servicio, hace ya unas cinco décadas.
A cielo abierto, la tumba está ubicada junto a un paredón. No obstante, debido a su precariedad, para saber cuál es hay que ir acompañado por alguien que conozca el lugar.
De la lápida sólo queda la base de cemento y pese a la investidura de quien en ella descansa, no hay placas, fotografías ni flores. Nada se sabe de la identidad de la princesa ni del motivo por el que Pilar terminó siendo el sitio para su morada eterna.
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. Tumba misteriosa. Tiene más de medio siglo y se dice que en ella fue sepultada una princesa europea.
- Los calabozos de Juan Moreira
Dueño de una vida novelesca, el gaucho Juan Moreira es una fuente de leyendas e historias. Y esa biografía que crece de la mano de la tradición oral también tiene un apartado para el Partido de Pilar.
Se sabe que hasta los 30 años llevó una vida tranquila y respetable. Sin embargo, los celos por una mujer y una serie de traiciones, terminaron por hacer de él un gaucho pendenciero que vivió escapando de la ley.
Pero antes de encontrar la muerte en Lobos, cayó preso varias veces. Y entre los escenarios que conoció tras las rejas, se encuentran los viejos calabozos que todavía se conservan en el patio trasero del Palacio Municipal de Pilar, pertenecientes a la ex comisaría de la calle Lorenzo López.
Si bien el palacio terminó de construirse en 1895, no hay datos precisos sobre la fecha en la que comenzaron a funcionar las prisiones, aunque sí se sabe que son preexistentes a la nueva edificación.
Dos altísimas puertas de hierro con enormes pasadores se encargan de recordar que allí funcionó una cárcel. Las mismas que alguna vez se cerraron ante los ojos de Juan Moreira.
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En el municipio, el calabozo que alojó a Moreira.
- Mensajes ocultos con mirada futurista
Ubicado en la rotonda de la calle Tucumán, el monumento de los bomberos es una construcción encargada y financiada por el Rotary Club Pilar para honrar a la institución voluntaria a mediados de la década de 1960.
Los encargados de idear el proyecto fueron Fredy Llosa y Guillermina Burcheri, vecinos de Pilar. Sin embargo, de la maqueta original solo una parte pudo plasmarse en la obra, dada la falta de presupuesto.
Pero el dato más curioso que rodea a la construcción tiene que ver con su espíritu futurista. Por entonces, los miembros del Rotary acordaron escribir una serie de mensajes para el nuevo milenio que serían ocultos en algún lugar secreto de la obra y que sólo serían develados en el año 2000.
Tan secreto fue el escondite, que llegado el momento de desentrañar el misterio nunca se encontró el cilindro que contiene los mensajes. La pérdida de contacto con la empresa constructora y la falta de mayores datos frustró la intención de los rotarios de conocer los pensamientos e intenciones expresadas 35 años antes del nuevo milenio.
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El Monumento a los Bomberos, inconcluso y un mensaje oculto.
La fuente que hasta hace algunos años decoró el patio de la ya desaparecida galería Pilar Plaza en la esquina de San Martín e Hipólito Yrigoyen, encerraba una historia tan llamativa como poco conocida.
Desde los orígenes del proyecto los desarrolladores pensaron en un estandarte valioso y particular que se convierta en un emblema del espacio, concluido en 1995.
Así fue como a través de la conocida casa de antigüedades y remates Breuer Moreno se adquirió una fuente original de la India, realizada artesanalmente hace 300 años con mármol extraído de una cantera ya agotada.
La pieza llegó a Buenos Aires vía Miami y en los últimos tramos del recorrido fue desplazada vía aérea con un guinche a fin de evitar roturas.
Para su funcionamiento, se requirió una adaptación especial de los caños de agua. Realizada en mármol de color verde oscuro –casi negro- la fuente fue restaurada en una oportunidad, donde se le extrajo parte del sarro acumulado.
Desde que en el año 2016 la galería fue adquirida por la empresa Coppel y reconvertida en una tienda, el destino de la valiosa fuente es un verdadero misterio.
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La fuente fue traída de la India y tiene más de 300 años.
- El tanque de agua, faro de la ciudad
Desde su construcción en 1970 supo convertirse en una suerte de “faro” de la ciudad, punto de referencia de vecinos y visitantes. El tanque de agua tiene una altura de 31 metros, paredes de 60 centímetros de hormigón y cuenta con capacidad para contener 1.000 m3 (1 millón de litros).
Aunque no está abierto al público, quienes consigan acceder se encontrarán con una estructura hueca similar a un rulero con tres grandes caños en el centro que se extienden desde el techo hacia el piso y una estrecha escalera caracol bordeando las paredes acompañada por una baranda oxidada y algo endeble.
Polvo, restos de escombros, vidrios rotos en los escalones y el aire de edificio abandonado con palomas que revolotean asustadas evidencian los años de desuso.
No apto para quienes sufran de vértigo las escaleras conducen hasta un entrepiso iluminado por ventanas rectangulares. Allí se inicia el último y más peligroso tramo de la visita: una escalera vertical de hierro de unos 12 metros que lleva hasta el lugar donde está alojado el depósito de agua, ahora vacío.
Cabe aclarar que el tanque dejó de utilizarse en 2004, cuando su capacidad se tornó insuficiente frente al crecimiento de la ciudad.
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El tanque de agua de Pilar, desde adentro.