No hay manera de comprobarlo a través de documentos, pero eso muchas veces es un aspecto menor si una versión echa a rodar y trascienda por generaciones, convirtiéndose en una certeza irrefutable. En Pilar, nadie tiene dudas de que, allá por el siglo XIX, Juan Moreira habitó los calabozos del pueblo.
Nacido en 1829 el viejo Partido de San José de Flores (luego convertido en uno de los barrios porteños), Juan Moreira pasó a la historia como un icono de los gauchos renegados, pero detrás de esa fama hay una historia de injusticias y desprecio.
Hijo de un mazorquero impiadoso (dicen que Juan Manuel de Rosas mandó a matarlo porque su crueldad podría volvérsele en contra), Juan Moreira vivió como una persona más, junto a su esposa Vicenta. Tenían su rancho, su perro, sus cabezas de ganado… Nada presagiaba el vértigo que seguiría luego de haberle prestado dinero a un comerciante de la zona.
Tras reclamar la deuda, Moreira no solo fue desoído, sino que la policía (comandada por Don Francisco, presuntamente enamorado de la Vicenta) tomó partido por el deudor y el gaucho –en un duelo- le dio muerte a su adversario.
Así comenzó un derrotero de detenciones, fugas y enfrentamientos, que siempre solían terminar con Moreira triunfante y sus enemigos muertos, incluyendo a Don Francisco.
Prófugo
Precisamente, al convertirse en uno de los hombres más buscados y perseguidos de la provincia, el gaucho recorrió varios pueblos, y es en ese marco que se lo ubica en los viejos calabozos de Pilar.
Las celdas estaban ubicadas en la propiedad en la que se construyó y aún funciona el Palacio Municipal. En esa manzana, durante décadas funcionó la comisaría, antes de su actual locación. A la zona se accede por la entrada de la calle Bolívar.
Además, si bien el edificio terminó de construirse en 1895, se sabe que el sitio de detención ya funcionaba desde hace varios antes.
Si bien no hay registros oficiales sobre las detenciones de la época en el distrito, desde ese entonces se sabe que Juan Moreira habitó durante un tiempo los calabozos pilarenses, siendo luego trasladado a otro destino, de donde logró escapar. Lo que no se logró determinar es en qué condiciones llegó Moreira a Pilar, es decir, si cometió algún delito en la zona o si había llegado trasladado desde otra dependencia.
Cambios
Con el tiempo, los calabozos dejaron de utilizarse como tales. Detrás de sus altas puertas de hierro funcionaron, por ejemplo, oficinas, consultorios de medicina laboral y hasta un kiosco.
En febrero de este año, en dicho espacio se instaló el Museo Alcalde Lorenzo López, luego de 10 años de permanencia en una casa de la calle Tucumán.
Pero, volviendo al protagonista de esta historia, Juan Moreira finalmente encontró la muerte en Lobos, en 1874. Cercado por sus captores, dio pelea hasta el final e incluso se llevó la vida de algunos de ellos mientras era alcanzado por el filo de una bayoneta. Ya era leyenda desde mucho antes.
El dato
Las celdas estaban ubicadas en la propiedad en la que se construyó y aún funciona el Palacio Municipal. En esa manzana, durante décadas funcionó la comisaría, antes de su actual locación. A la zona se accede por la entrada de la calle Bolívar.