Natalio De Luca fue pescadero durante 40 años.
En el Pilar de ayer era común ver pasar a los vendedores ambulantes de todo tipo, incluyendo de alimentos, como cuando en verano se estaba atento al silbato del heladero, para salir corriendo a la vereda a comprarle. En ese grupo tan particular, los pescaderos eran de lo más típicos.
La imagen muestra orgulloso a Natalio De Luca, pescadero histórico del centro de Pilar. La fotografía es parte de la colección de Gustavo Urroz, autor del libro “Mi Pilar de los ‘60”, una de las mejores obras documentales que se han hecho sobre el distrito.
Sonriente, De Luca exhibe mercadería, en una imagen de 1970, hace ya 40 años. Durante 15 años, Don Natalio fue vendedor ambulante y puestero de feria, montando su propia pescadería a fines de la década de 1960.
Se inició en la venta ambulante en 1951, para luego trabajar en la feria de Pedro Lagrave al 700, donde hoy está el Teatro Lope de Vega. Finalmente, ya con local propio se instaló en la calle Moreno al 860, donde permaneció desde 1967 hasta 1992, cuando se retiró de la actividad.
Su comercio era muy concurrido por gente no sólo del barrio, sino también de todo el centro de Pilar. Urroz, vecino del pescadero, recuerda que “en víspera de Pascuas, desde muy temprano, sus clientes hacián colas de hasta 150 metros, produciéndose a veces roces y discusiones”.
Además, Martín, otro vecino que en ese entonces era un niño, comentó que a principios de la década de 1980 “en Semana Santa los chicos del barrio repartíamos volantes de la pescadería. Nos subíamos a los colectivos y los entregábamos ahí”. Como recompensa, los niños se ganaban una botella de Coca Cola, artículo de lujo para ese entonces. Claro que la pescadería tenía sus desventajas, “había un olor tremendo en la calle, más en época de verano”, afirmó el vecino.
Sin embargo, no sólo los más pequeños le daban una mano a Natalio De Luca: su vecino y amigo Amador Suárez, cuyo oficio era la herrería de caballos, repartía pescados en sus ratos libres para aumentar sus ingresos, a bordo de una bicicleta adaptada para tal fin. Amador vivía a pocos metros de la casa de De Luca, en una vivienda llamada “Mi Ranchito”, en la que funcionaba su herrería.