Club de Día
Club de Día
Sr. Director:
Hace tan sólo quince días que se ha puesto en funcionamiento en el Círculo Social de Jubilados, más conocido erróneamente como el “Centro San Luis” el “Club de Día”, implementado como actividad eminentemente preventiva por la Obra Social de los Jubilados (PAMI).
La maravillosa experiencia recogida en este breve lapso, nos lleva a releer la presentación de nuestro proyecto elaborado allá por el año 2000, mediante el cual proponíamos el funcionamiento de un “Hogar de día” para la contención de las personas de la tercera edad, que por las vicisitudes de la vida, necesitan un espacio para desarrollar nuevas relaciones y encarar actividades para las cuales, pese a los años, pueden realizar en plenitud.
Como basamento de la presentación transcribíamos una acertada descripción de la difícil realidad que nos toca vivir a los “Viejos”.
Decíamos entonces: “Durante mucho tiempo, en nuestra cultura occidental se ha considerado a la vejez ‘como un mal verdadero’, más próximo al sentido de la enfermedad que de aquel que la reconoce como un momento intransferible de la vida. Una etapa en la existencia de todo ser humano teñida de una inseguridad psicológica y ética que le es propia y no derivada de comparación alguna con etapas anteriores”
“Este ciclo vital que llamamos vejez, edad avanzada, tercera edad, etc. de acuerdo con las preferencias, marcado por las perdidas: una primera y esencial es de la lozanía y destreza del cuerpo, estando como estamos insertos en una cultura que hace de la belleza y la potencia corporales un culto, un valor supremo privativo del universo de los jóvenes”.
“Una segunda dimensión la constituye aquella donde se registra la pérdida de los afectos, por muerte del cónyuge, los amigos… Esto supone una merma considerable del mundo de pares -primer referente de pertenencia e identidad- acompañada de una fuerte sensación de soledad.
A esto se agrega una tercera dimensión: la pérdida del espacio laboral, tiempo de pasar a engrosar la clase pasiva, tiempo de la tan temida jubilación, con la consabida e ineludible aparición de un sentimiento generalizado de auto desvaloración y exclusión”.
“Este apartamiento del ‘viejo’ de la cadena productiva encuentra un sucedáneo lastimoso en el propio ámbito familiar, donde es relegado de las decisiones, pero del que inevitablemente depende para lograr escapar de su inseguridad creciente y de su diezmada autoestima”.
“Frente a este panorama de pérdida que nos pone del lado del aislamiento, la consecuente enfermedad y muerte, cabe preguntarnos cuáles pueden ser las ganancias -cuantitativas y cualitativas- que les opondría un proyecto integral de nueva vida: productiva, creativa y de revalorización personal perdurable y valedero.
Un proyecto que es sinónimo de salud que permita la posibilidad de revalorizar su imagen, realizar nuevas tareas, establecer nuevas relaciones, adquirir nuevos roles sociales y afectivos, devolviéndole seguridad, autonomía y capacidad de evolución”.
“De ese modo, desde la comprensión del sentido esencial de la vejez, debería pensarse en la elaboración de un programa que ofrezca al anciano atención integral y un espacio donde compartir el día con sus pares, con la particularidad de no separarlo de su grupo familiar”.
Hoy podemos decir con satisfacción y sano orgullo que no nos habíamos equivocado. Basta compartir unos minutos con los cuarenta abuelos que se han integrado al Club. Seguramente ellos y sus familiares avalarán lo que decimos.
Gracias a quienes han colaborado para hacer posible esta realidad. A las autoridades municipales de la administración del Sr. intendente municipal Dr. Humberto Zuccaro, que al honrarnos disponiendo el funcionamiento de la universidad en nuestras instalaciones, nos otorga un importante apoyo económico. Gracias a los funcionarios del PAMI que confiaron en nosotros y nos distinguieron para formar el primer Club de Día del país. Gracias a Dios por permitirnos compartir esta alegría.
Mario F. Martínez, Presidente del Círculo Social de Jubilados y Pensionados del Partido de Pilar.