Acá estoy en la tribuna del Abierto de Tenis de Australia viendo el partido entre Fernando González y Andy Roddick.
Acá estoy en la tribuna del Abierto de Tenis de Australia viendo el partido entre Fernando González y Andy Roddick.
Fama bien ganada. Y sí, los canguros están por todos lados.
por Florencia Rigali
Costa sureste de Australia. Después de Sydney, la segunda ciudad del país en población: Melbourne. Acá vivo desde hace tres meses con Nick, mi marido, que es de Ulm (Alemania). Soy veterinaria, tengo 29 años y crecí en Pilar.
Con Nick nos conocimos en Panamá y después de un año de noviazgo y muchos viajes de por medio, decidimos casarnos e instalarnos acá.
Catorce horas de diferencia, mucha distancia…pero tengo que decir que la ciudad y la gente me facilitan la adaptación. Melbourne es impecable, todo es prolijo, como cualquier ciudad de primer mundo, lo diferente es que es todo nuevo.
El centro es moderno, es una ciudad que se jacta de darle mucho lugar a todo lo cultural, música, museos, exposiciones, arte en todas las expresiones, y sobre todo al deporte. Hay muchos espacios verdes comunes y bici-sendas en todos lados.
En cuanto a la gente, es súper desacartonada, muy sociable, hablan hasta por los codos desde el momento que te dirigen la palabra. Se la pasan sonriendo. Acá para todo se responde “no worries, mate” (algo así como, no hay problema compañero).
Son muy espontáneos, al punto de interrumpir un casamiento civil para que todos los invitados saliéramos a ver una manifestación de 120 ciclistas desnudos y pintados.
Otro dato curioso es que además de la gran cantidad de orientales, acá vive una población muy importante de griegos, que son gritones y escandalosos, y aportan a que todo sea muy desestructurado.
La influencia oriental se ve en la gastronomía. Mucha comida tai, china, japonesa. Por suerte, también tienen la costumbre de los asados, así que todos tienen sus barbies (barbacoas) a gas. Y la carne es buena y accesible, hasta hay carnicerías que venden los cortes argentinos, de modo que puedo conservar mis costumbres carnívoras.
Libre de alcohol
Unos días después de haber llegado, fuimos al Aus-Open, el abierto de tenis que se juega en esta ciudad. Vimos el partido de Fernando González contra Andy Roddick, y a Del Potro en una pantalla gigante que colocan en el centro, con toda la gente sentada en el piso y bandas tocando.
No hay fin de semana que no haya algo en algún lugar que congregue gente. En una plazoleta en la esquina de casa hubo todos los jueves una feria con gente de diferentes países con artesanías, comidas típicas y música. También hubo un recital en la playa y para sorpresa, no se podía tomar cerveza en la calle.
Todos los eventos son libres de alcohol, que es carísimo, lleno de impuestos y por todos lados hablan del alcoholismo como un problema serio. Y fumar es imposible. Un atado de cigarrillos sale 13 dólares o más.
La comida tampoco es barata y los alquileres están por las nubes, o sea con un sueldo promedio se puede subsistir y no mucho más. Pero no se ven pobres, sin embargo hay gente en la calle, alcohólicos y también muchos adictos a la heroína. Se pueden ver inyectándose en las noches, sentados en la puerta de los edificios.
Cuatro estaciones
Cuatro estaciones en un mismo día, escuchábamos apenas llegamos y lo cierto es que tienen razón. No hay ropa que te pongas a la mañana que sirva para el resto del día, así que es una gran mezcla de estilos, la mitad van vestidos de invierno, con medias, botas y tapado, y el resto en musculosa shorts y ojotas. Lo más insoportable es el viento. Si para, hay días agradables, sino es muy, muy molesto.
La fauna es otro capítulo aparte. Aunque en Melbourne no hay koalas, a 100 km hay pueblos en los que andan libremente. Lo mismo pasa con los canguros. Cuando baja el sol salen de entre los arbustos y se te cruzan por todos lados. Si no hay mucha gente, van a pastar a los campos de golf o de fútbol, en grupos grandes.
Si bien no podés acercarte mucho porque se van, se puede llegar a establecer cierto contacto visual. Se paran en las patas traseras y te miran atentos, mueven un poco las orejas y cuando se aburren, se ponen en cuatro patas y se van saltando.
Melbourne, bajo la lupa extranjera
Estás en el primer mundo por: La limpieza, la organización, la separación de la basura, el control del uso del agua, el transporte público excelente. Hay tranvías para ir a todos lados.
En Argentina estábamos mejor... con Internet. Se vende por capacidad de descarga de información. 70 dólares por 6 G, y después velocidad de tortuga, como hace 10 años en Buenos Aires.
Lo que más cuesta adaptarse: El inglés es distinto. Y manejar del otro lado.
Lo que más se extraña: La gente.
Distancia: 11.600 Kilómetros.
Diferencia horaria: 14 horas más.