El pueblo en la calle donde siempre debió estar, al fin otra vez marchará. Lo hará por Cristina y la injusticia del fallo con su disfraz de legalidad. Pero también y aquí primero la patria, el pueblo ha de marchar por los derechos obtenidos con Cristina, que son muchos pero, fundamentalmente, más aún por los que quedaron pendientes, tales como la implementación de la ley medios, derogación de las leyes de la dictadura, recuperación del Paraná, reforma constitucional con la elección popular del Poder Judicial, estatización del comercio exterior y de las energéticas, entre otras y, tras el gobierno macrista y de Alberto, el rechazo de la deuda ilegítima y del FMI.
No quisiera ser parte, como creo que tampoco Cristina, de una movilización tipo procesión a Luján que se agote en si misma hasta nuevo aviso.
Es el pueblo el que deberá volver a levantar las banderas y exigir la recuperación y el cumplimiento de aquellos derechos y tan claros objetivos. No será así de ninguna manera con esa lamentable potencial conducción que exhibe impúdica en esa foto de unidad sin pueblo que emana de esa foto centralizada en la figura de Sergio Massa, empleado de los buitres y paladín de la derrota.
O estamos ante una nueva gesta del pueblo capaz de defender a Cristina, pero también de parir una nueva dirigencia comprometida con la restauración de los intereses nacionales y populares que siguen siendo avasallados o, ante una frustración. Por eso, ante esta encrucijada, conviene recordar la vieja advertencia profética de Evita: “el peronismo será revolucionario o no será nada”.
En el 70º aniversario del criminal bombardeo a la Plaza de Mayo.