Poco pudo hacer el miércoles Castillo para tranquilizar a las barras.
por Diego Schejtman [email protected]
Barras oficialistas y opositoras cruzando insultos, gritos y consignas; huevazos contra los ediles en pleno debate, vidrios rotos y hasta alguna refriega a los golpes, todo en el medio del recinto del Concejo Deliberante. La escena había llegado a convertirse en moneda corriente durante las sesiones del deliberativo a principios de la década, cuando Sergio Bivort gobernaba el Municipio y las disputas entre sus seguidores y los de la oposición habían superado ya varios límites. Incluso, el de los verdaderos escraches, con pintadas y ataques a piedrazos –algunos llegaron a denunciar disparos- contra la casa de ediles y del propio jefe comunal.
La actual presencia de barras dentro del recinto, con sus gritos e insultos contra concejales del bando contrario, parece estar lejos de aquel grado de exasperación. Pero todas las escaladas crecen desde el pie.
Con la intención de que el grado de confrontación no siga en aumento hasta alcanzar un punto sin retorno en el que legislar se vuelva una tarea imposible, el presidente del Concejo Deliberante, Marcelo Castillo, analiza solicitar la presencia policial en el recinto para las próximas sesiones.
Así lo confirmó ayer el propio Castillo, quien admitió que en las últimas sesiones “se hizo difícil manejar” a los militantes oficialistas y opositores que se hicieron escuchar.
El presidente del Concejo fue el más señalado, sobre todo por ediles de la oposición, luego que en la sesión del último miércoles el debate de la rendición de cuentas se viera entorpecido por unos 250 militantes oficialistas empeñados en insultar a los gritos a cada opositor que tomaba la palabra.
Pero, de todos modos, el oficialista recordó que la masiva asistencia del miércoles no fue la primera del año: “en las sesiones anteriores ya se habían ‘autoconvocado’ vecinos de otros sectores”, dijo subrayando la frase con un tono de ironía.
“Casi normal”
En la última sesión, mientras el denarvaísta Diego Ranieli intentaba argumentar su voto en contra de la rendición de cuentas, buena parte de los militantes oficialistas –muchos de ellos funcionarios y empleados municipales- hacían llover insultos sobre su banca.
La situación se prolongó por unos 25 minutos, durante los que, a pesar de tener micrófono, Ranieli debió elevar la voz para que sobresaliera por encima de los gritos y la silbatina.
El propio Ranieli fue, sin embargo, uno de los que menos criticó la situación en sus declaraciones posteriores a la sesión del miércoles. De hecho, se refirió a la presencia de las barras militantes como “parte del juego de la democracia”.
Ayer, en diálogo con El Diario, Castillo mostró una visión similar: “Esto no empezó en la última sesión. En las anteriores ya hubo barras de otros lados”, recordó.
“En la primera fue por una plaza y en otra hubo gente de Derqui con carteles hostiles para el oficialismo”, enumeró el funcionario.
La diferencia fue el número: mientras que los grupos afines a la oposición no superaron en las oportunidades las 30 personas, el miércoles había en el recinto más de 250 militantes oficialistas.
“Esto no es novedad ni ahora ni antes”, dijo Castillo, recordando la historia de la participación política dentro del Concejo. Y vaticinó que la presencia de gente de uno y otro lado no se detendrá: “Se viene un año electoral y esto va a seguir pasando”, presagió.
“Lo tomamos como una cuestión casi normal”, señaló Castillo, y dijo que la responsabilidad de evitar que los cánticos deriven en situaciones de violencia depende de “cada sector que ‘autoconvoque’ a sus barras”.
Por lo que corresponde al oficialismo, el edil señaló que espera “evitar que la cosa pase a mayores”, aunque admitió que en las últimas sesiones se le “hizo difícil manejar” a la gente. De hecho, más allá de algunos timbrazos y advertencias, fue poco lo que Castillo pudo hacer por recuperar cierto silencio en el recinto.
“En última instancia, lo que podemos hacer es llamar a la policía. Lo que analizamos hacer para la próxima sesión es convocar a la presencia policial previa como prevención”, adelantó.
Zúccaro y sus concejales
Desde el oficialismo también piden prudencia
El intendente Humberto Zúccaro había defendido, en las últimas horas, la participación de barras del gobierno y la oposición en las sesiones, aunque señaló que deberían manifestar “más respeto” hacia los ediles.
“Es buena la posibilidad de que intervenga ahora gente del oficialismo, la otra vez de la oposición. Pero hay que participar con respeto por los concejales. Los problemas de la política dejémoslos para los momentos políticos. A veces las agresiones individuales no sirven”, sostuvo el intendente.
Por su parte, el concejal oficialista Miguel Saric se refirió a los militantes como “patotas” oficialistas y opositoras.
“La rendición de cuentas se aprobó bien desde los números, pero no me gustó el ambiente en el que se dio la aprobación. No estoy de acuerdo con las patotas de la oposición y del oficialismo. Los concejales tienen que poder expresarse, después que el tema esté decidido, si quieren gritar, que griten. Pero no se puede impedir hablar a los concejales porque eso no es democracia”, opinó el concejal.
El también oficialista Walter Roldán había manifestado durante la misma sesión su solidaridad con el denarvaísta Diego Ranieli, principal destinatario de los insultos oficialistas.