Sólo cenizas. Así quedó la casilla ubicada en la calle México al 1600.
Un hombre de 40 años se convirtió en la primera víctima fatal del frío al morir carbonizado cuando se le incendió la precaria vivienda que habitaba en el barrio Agustoni de Pilar.
Los peritos policiales intentan determinar si el deceso se produjo como consecuencia de las llamas que devoraron su casa o si la víctima ya había muerto con anterioridad intoxicada al inhalar monóxido de carbono. Entre las ruinas de la casilla se encontró un brasero que el hombre utilizaba para calefaccionarse.
Según fuentes policiales, el hecho se produjo poco después de las 23 del domingo último. Los bomberos de Pilar recibieron un llamado alertando sobre el incendio de una vivienda ubicada en la calle México al 1600 casi esquina Chascomús, en el fondo del barrio Agustoni.
Cuando los socorristas llegaron al lugar las llamas ya habían consumido casi por completo la precaria vivienda de no más de cuatro por cuatro metros construida con chapas, naylon y cartón.
La víctima fue identificada por la policía como Ramón Alvarenga, de 40 años, nacionalidad paraguaya y dedicado a la construcción. Se supo que vivía en la casilla y que a su vez oficiaba de cuidador del terreno a pedido de su dueño, para evitar usurpaciones.
Vivía con un hombre de 60 años quien en ese momento no se encontraba. A su vez murió un perro tipo ovejero alemán quien se encontraba en el interior de la vivienda.
Los peritos de los Bomberos de San Isidro establecieron que en el interior de la vivienda había un brasero y que éste sería el causante del inicio del incendio que luego, por la alta combustibilidad de los materiales, se expandió rápidamente.
No se descarta que la víctima haya fallecido con anterioridad intoxicada por la emanación del monóxido de carbono. La causa recayó en la UFI Nº3 de Pilar a cargo de Gonzalo Acosta. Al cierre de la presente edición se aguardaba la llegada de familiares de la víctima para que retiraran el cuerpo, provenientes de Paraguay.
Las calles
Una vez más hay que hacer la referencia: el mal estado de las calles en buena parte del barrio Agustoni de Pilar complicó la llegada de las autobombas del cuartel de Bomberos Voluntarios de Pilar como así también de los distintos móviles que acudieron al lugar.
A 30 meses del crimen de Sonia Colman
Se renueva la esperanza de romper el cerco de impunidad
A 30 meses de que una bala policial perforara el corazón de la vendedora ambulante Sonia Colman cuando se encontraba trabajando, como era costumbre, en el semáforo de ruta 26 y Valentín Gómez (Del Viso), sus familiares siguen reclamando justicia por el caso de gatillo fácil que se suma a una larga lista en la provincia de Buenos Aires.
Y tras el nuevo cambio de fiscal, el viudo de la mujer reconocida por quienes la conocieron como una incansable militante social no pierde las esperanzas de lograr el cambio de carátula de la causa que ponga finalmente tras las rejas al teniente 1º Oscar Benítez. Ese efectivo se desempeñaba en aquel entonces en la Comisaría 3º de Del Viso y fue quien ejecutó el disparo de Itaka que terminó con la vida de Colman en momentos en que perseguía a bordo de un patrullero a dos ladrones desarmados que habían robado una billetera en Los Polvorines.
Antonio Espasa, el marido de Colman, aguarda con ansiedad el demorado resultado de una pericia clave que arrojaría los indicios necesarios para que el “homicidio culposo” que investiga hoy la Justicia se convierta en “homicidio con dolo eventual”, una carátula que llevaría al policía a la cárcel y que contempla una pena de hasta 25 años de prisión.
El motivo que retrasa hasta el momento el resultado de la reconstrucción del crimen cometido el 23 de diciembre del 2007, en la víspera de la Noche Buena y a plena luz del día, es que la fiscalía de Benavides, a cargo de Jorge Fitipaldi, no giró todavía a la Asesoría Pericial de la Procuración de la Suprema Corte de Justicia bonaerense los 300 pesos necesarios para la realización de una prueba crucial.
Cabe destacar que la abogada defensora de la familia de Colman, Gisella Bustos, y el marido de la mujer asesinada no tienen dudas de que el efectivo policial tenía conciencia plena del daño irreparable que podía ocasionar al disparar en ese lugar y, sin embargo, actuó con total impunidad.
Como agravante, entra en juego el hecho de que los dos ladrones menores de edad que huían a bordo de un Fiat 147, y a los que perseguía Benítez tras el robo de una billetera en Los Polvorines, estaban desarmados y, por ende, nunca abrieron fuego contra la policía.