En esta Navidad el mensaje lo expresó el Papa Francisco al presentar el Año Jubilar 2025, ya que al abrir esta Puerta Santa pone como lema “peregrinos de la esperanza”. Y nosotros vamos también a abrir la puerta el 25 de diciembre, porque nuestra parroquia ha sido elegida, junto a la Catedral de nuestra Diócesis en Campana y varias iglesias importantes, para ganar las indulgencias plenarias del Año Jubilar.
En el Partido de Pilar somos tres, nuestra Parroquia por supuesto, pero también los santuarios de Schoenstatt en Los Olmos y Nuestra Señora del Cielo en La Lonja. Estamos muy contentos de empezar el año jubilar que para nosotros es importante lanzarlo en Navidad. Debería hacerlo el primer día del año, pero el Papa lo lanza ahora porque justamente la Navidad nos invita a la esperanza. Es esta virtud que nos invita a creer contra toda posibilidad. Uno espera cuando cree que va a suceder, que va a pasar lo que espera y por eso sigue aguardando.
Espera grandes cosas en su propia vida y en la vida de los demás. Tiene la esperanza de un mundo mejor. Cada día, cada momento, la Navidad es un canto a la esperanza porque a quien no le emociona ver un niño tan pequeño, recién nacido que nos mueve el alma y nos sacude en todo al ver y pensar que ese niño es Dios. Es el creador de todo y como dice San Pablo, se anonadó y se dejó tomar por su madre en los brazos y acariciar por su padre. Hasta nace en un lugar impropio que nos conmueve el corazón. A veces mirando el mundo uno piensa porque tanto loco y sin embargo también el mundo piensa en que los cristianos estamos locos. No somos nosotros los que caminamos con las manos cabeza abajo, sino que es el mundo el que camina cabeza abajo.
Y debemos comprender que el mensaje de Jesús no es un mensaje político ni social, ni tampoco es un mensaje exitista, como pensar que ahora va a venir Dios y va a salvar todo. No es así, sino que el mensaje es que el mundo cambia desde la interioridad del hombre, no por cambios políticos o económicos. En realidad el hombre se salva cuando empieza a confiar en Jesús que viene a mostrarnos justamente el camino del cambio y viene a llenarnos de esperanza, que el cambio es posible y que puede llegar al corazón, pero vuelvo a decir desde el interior del hombre.
Fíjense, en nuestro país puede cambiar todas las estructuras, los gobiernos y todo, pero nos reímos (aunque deberíamos llorar) cuando vemos los videos de Tato Bores porque parece que siempre estamos en la misma situación.
La Navidad viene enseñando que es posible un cambio, pero desde el interior del hombre, desde el corazón del hombre. Claro, esto demanda paciencia, discernimiento, crecimiento, mucha oración. Necesita indudablemente de la gracia de Dios. Entonces el cambio nace de la conversión del hombre y el hombre no se convierte si no es con la gracia de Dios. El hombre no cambia si no tiene a Cristo en su corazón. Esta es la gran enseñanza en la Navidad, por eso leíamos en el Evangelio de San Mateo días atrás que el niño se llamará Emmanuel “Dios con nosotros” y por algo el evangelista San Lucas expresa que cuando el ángel le habla a la Virgen le va a decir “alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. No hay alegría posible, sino en gracia y no hay gracia si el Señor no está contigo.
Entonces la opción de vivir una Navidad diferente es la opción de pensar qué queremos hacer con el Niño Jesús. Es el gran problema, dónde lo ponemos. Y cuántos aspectos de nuestra vida necesitan justamente que se ponga el Niño Jesús en el centro, que esté Cristo presente y sólo así es posible el cambio. Por eso la fiesta de la Navidad es una fiesta de la esperanza. Y qué lindo que sea así, para comenzar este año jubilar.
La idea es que Jesús nos llene de esperanza y nos ayude a ver que es posible el cambio, que es fruto de mi cambio y mi cambio es posible por la gracia de Dios. Él es el Emmanuel, es la alegría de que el Señor esté contigo. Yo creo que ese tiene que ser el mensaje de toda la Iglesia en esta Navidad.
Mucha paz para esta Navidad.