Por Comisión por la Memoria de la Masacre de Fátima – Donato Di Santo.
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Una de las madres fundadoras de ese orgullo nacional y mundial que son las Madres de Plaza de Mayo que integran los organismos de derechos humanos de Argentina.
Haideé fue una de las 14 madres que comenzaron a reunirse y un día decidieron que el hostigamiento era insostenible y comenzaron a marchar en torno a la Plaza de Mayo, haciendo una ronda alrededor de la pirámide con un pañal en sus cabezas.
Haideé reclamaba por su hijo Horacio García Buela Gastelú. Ella compartió junto a las Madres un destino que las unió en la lucha contra la impunidad de los crímenes del terrorismo de Estado, resistiendo frente al silencio y el olvido.
Comisión por la Memoria de la Masacre de Fátima.
Te recuerdo Haideé, muchos te recordarán, pero a mi tus palabras me atravesaron las entrañas. La memoria. De eso se trató mi vida y la de los que abrazamos el “Nunca Más”. Te recuerdo Haideé, un día llegaste a la escuela, me acerqué como lo hacía siempre, cuando alguien traspasaba el umbral de la puerta, tu sola presencia, emanaba ternura, paz, luz, cuando nos saludamos me estremecí, aún hoy lo recuerdo, nos sentamos, te ponía feliz el bullicio de los chiques, (así me lo dijiste), pero tus ojos lloraban, solo atiné a preguntar qué pasaba.
Y fue allí, en ese instante, cuando me dijiste: -A Horacio le hubiese gustado dar clases aquí!!!, era estudiante de biología de la UBA.
Seguía sin entender, entonces abrió una carpeta legajo, esas de dos solapas color amarillo, aún lo recuerdo, sacaste una foto, de un joven con el atuendo de soldado conscripto del arma de Infantería de Marina. Me la ofreciste, la observé, fui al reverso, tenía una anotación: “Conscripto clase 1955, Armada Argentina destino Bahía Blanca Puerto Belgrano, febrero del 76”.
Miles de sensaciones corrieron por mi cuerpo, ese también… era “yo”, te devolví la foto y te tomé las manos bien fuertes, aún si saber de tu historia. (Le conté) Yo también fui conscripto de Marina y en algún momento de ese largo año y medio para mí, también vestí esas mismas ropas.
Los ojos de Haideé eran más expresivos y rápidos que sus palabras: “No” le dije, no tuve la suerte, el placer de conocer a Horacio, él había sido incorporado en enero de 1976, y fue a Bahía, yo fui incorporado en abril y fui a un barco. Fue entonces que me tomó del brazo y me dijo: - Venga conmigo... caminemos un rato, nos va a ser bien a los dos y le voy a contar una historia.
Salimos de la escuela, caminamos por la calle que pasa por delante, llegamos al callejón en esos días Calle Atalaya, nos metimos en él y a paso lento, fuimos recorriendo, el hoy Camino de la Memoria, cada situación, que me era revelada, calaba cada vez más hondo en mis tripas: Llegamos! me dijiste: - Adónde? pregunté, en esa inmensidad de la Pampa. Aquí asesinaron a Horacio, en este punto, 30 cuerpos volaron por los aires... Ya no pude más, y me largué a llorar, como un niño, que perdió a su madre, por tener un espíritu débil y sencillo, llorándole la muerte al que morir no debe. Me tomaste entre tus brazos. -No llores! Que si Horacio nos está mirando desde de tras de un eucaliptus, o desde alguna nube no le va a gustar, él no hubiera querido que estemos triste.
(Me seguía contando) Hace un tiempito después de descubrir sus restos, que estaban enterrados como NN en el cementerio de Derqui y gracias al equipo de médicos antropólogos forense, supe que uno de esos cuerpos era el de mi hijo, lo llevé, y descansa en La Tablada junto a sus familiares, un poco de paz volvió a mi vida ese día... Cuando me toque irme pido estar a su lado.
Un 20 de diciembre de 2022 te fuiste Haideé, ojalá exista el rencuentro con las personas que amamos, te lo deseo con todas mis fuerzas. Nos cambiaste la vida a millones de personas, fuiste una bandera para izar en lo más alto de nuestras vidas. La Comisión por la Memoria de la Masacre de Fátima te agradece por tu entrega, por tu lucha, por nunca bajar los brazos. Que tu ejemplo nos guie y de mi parte, como ex director de la Secundaria N° 9 María G. Galvagno, te doy gracias por haberte conocido y darle a mi mirada un norte. La Escuela Secundaria N° 9 María G. de Galvagno denominó uno de sus espacios (El auditorio), Horacio García Gastelú.