Confieso haberme alegrado cuando uno de los más grandes destructores de la salud pública argentina emigró del municipio pilarense luego de haber intentado, en varias oportunidades, gerenciar distintas áreas de la salud pública en Pilar. También confieso que ese esbozo de alegría terminó esfumándose cuando nos enteramos que el pésimo desempeño en Pilar fue mérito suficiente para ser nombrado presidente del Consejo de Administración del Hospital Garrahan. Y así, como en la fábula del escorpión y la rana, el escorpión no pudo escapar a su naturaleza. El Dr. Kambourian está sumido en una sed de privatización y/o desmantelamiento de cualquier servicio de salud pública que esté a su alcance. De esta manera, el propio Oscar Trotta, director del Garraham desde 2013, destituido en abril por oponerse a los ajustes, se basó en el prontuario de Kambuoriam para presagiar los recortes que ya se intuían: "…si fue director del hospital de Malvinas Argentinas con una gestión privatista bajo la intendencia de Jesús Cariglino, y luego en Pilar, con el intendente de Cambiemos, Nicolás Ducoté, propuso arancelar el hospital público de odontología, nos hace pensar que la gestión ahora va hacia una línea privatista”.
"La ausencia de pacientes”, la misma cínica excusa que esgrimió cuando intentó cerrar las salas de primeros auxilios en los barrios de Pilar, es la que hoy lleva al exsecretario de Salud, a la eliminación del anexo donde, en sólo dos meses, se vacunaron más de 11.000 pacientes. La posta de vacunación que funcionaba hace ocho años, como anexo durante la campaña antigripal en los meses de mayor incidencia de la enfermedad en el Garraham, ha desaparecido. La Fundación Garrahan anunció la construcción de un nuevo vacunatorio, aunque por el momento solamente es un proyecto. Son conmovedoras las palabras del enfermero jefe de Inmunizaciones del Hospital, que con 30 años de trabajo declaró: "Lo fundé, y en estos 30 años jamás viví algo tan nefasto”. Sentidas palabras en contraste a la frialdad de las autoridades que toman estas decisiones. En el mismo sentido, quizás con la intención de hacernos creer que son medidas producto de meras casualidades, la diputada Paula Urroz, también de Cambiemos, presentó un proyecto para eliminar la obligatoriedad de las vacunas a menores de edad. Claro, de ahí nace el cinismo de Kambourian: si no es obligatorio, baja la demanda. Todas estas medidas no hacen más que confirmar que este gobierno apunta desvergonzadamente a políticas que van a seguir recortando derechos.
Otros de los intentos recordados en Pilar fue en la idea de delegar en una empresa privada, el área de diagnóstico por imágenes del hospital, esta medida acarreaba como consecuencia el despido de todos los técnicos del área. La rápida reacción de los gremios y la comunidad, hizo dar marcha atrás al municipio que, a pesar de salir a negar la intención, en el hospital ya se conocía la empresa que se iba a encargar de dicha tercerización.
Hoy, luego del paso de Kambourian por Pilar, la realidad de nuestro Hospital Central es terriblemente angustiante. Sin ir más lejos, la semana pasada la ausencia de respiradores suficientes, nos tenía a médicos y enfermeros (en turnos que finalizaban cuando el cansancio muscular hacía peligrar la vida del paciente), bombeando manualmente, "bolseando”, para suplir la mecanización que nos dan los respiradores automáticos. Mi pregunta es… ¿Cuánto puede importar que falte agua oxigenada o gasa (porque faltan), cuando vivimos estas incalificables situaciones?
Mis públicas quejas de la mala gestión anterior, se ven opacadas por el estado en que, en tan poco tiempo, Cambiemos está dejando a la Salud Pública local.