Emprendedoras que van al frente

Comenzaron armando una red de artesanas hace cuatro años para vender sus productos y ayudarse mutuamente. Hoy formaron una asociación civil a la que ya sumaron hombres. Sueñan con un espacio propio.

24 de agosto de 2012 - 00:00

Desde el 2008, la cita se repite cada sábado en la plaza Independencia de la localidad de Del Viso. Hasta allí llegan con sus creaciones, desde ropa hasta adornos, las mujeres emprendedoras de Del Viso.

Cuatro años transcurrieron desde que un puñado de delvisenses empujadas por la necesidad decidiera apostar al trabajo cooperativo para salir adelante. Hoy, con varios escalones recorridos, lo que comenzó siendo una Red de Emprendedoras tomó forma de asociación civil y ya son 60 las voluntades que trabajan y se ayudan mutuamente para seguir creciendo.

Mirta Varisco es artesana y una de las fundadoras de la Red. De a poco, sus tazas con decoupage fueron quedando de lado frente a la responsabilidad de comandar lo que hoy es la Asociación Civil “Confluencia” la misma que ya empezó a incluir a los primeros hombres.

“Hoy represento a las chicas que por alguna circunstancia no pueden ir al stand algún sábado, pero la organización me lleva mucho trabajo”, explicó la emprendedora en diálogo con El Diario.

A la hora de definir a los integrantes de la entidad, aclaró que “no solamente somos artesanos sino manualistas que no teníamos dónde vender nuestros productos”.

Con experiencia en el diseño de salidas laborales para afrontar la crisis, recordó que “fui coordinadora de trueque en el 2001”, aunque trazó una diferencia con la actividad actual: “esto es un trabajo digno económicamente. Cada uno de los socios sale a vender lo que sabe hacer y muchas de las chicas mantienen así a la familia, incluso nos dicen que con lo que venden el sábado comen toda la semana”.

 

Apoyo mutuo

Productos en arpillera, marroquinería, sahumerios, cerámicas, porcelanas, indumentaria y tejidos pueblan la plaza Independencia todos los sábados de 9 a 18. Y en los últimos años, a la producción convencional de una feria de artesanos se le sumó el desarrollo de distintos productos (desde carteras hasta objetos de decoración) con materiales reciclados.

En el último año se sumó a la propuesta, además, un stand de feria americana donde se compra y vende indumentaria a bajísimo costo.

Mientras brega por conseguir la personería jurídica, Varisco destaca que el haberle dado un marco formal a la red y en la misma línea el haber inscripto como monotributistas sociales a varios de sus miembros les permite soñar con la posibilidad de comercializar con empresas o con la propia Municipalidad.

A su vez, “Confluencias” incorporó recientemente un sistema de créditos para los propios miembros de la asociación que abonan un canon de 5 pesos por mes. Así, lo que ella y otras integrantes de la Red consiguieron a través del “Banco de la Buena Fe” de la Fundación Del Viso (una ayuda inicial de 750 pesos para comenzar a trabajar que fue devolviendo en 30 cuotas semanales) hoy se replica puertas adentro de la institución.

“El banco de la Buena Fe fue una gran ayuda para empezar pero una vez que crecés ya queda chico, tiene demasiados requisitos que no permiten crecer un poco más y participar de otras actividades”, precisó Varisco.

Con el propósito de brindar una ayuda similar, los fondos recaudados por las cuotas más ciertos ingresos extra generados a través de rifas, “funcionan como ayuda para el que lo necesite”. El dinero también es utilizado, por ejemplo, para el alquiler de un vehículo que traslada a los feriantes a distintas ciudades donde son invitados a ofrecer sus productos.

 

Por delante  

Los años transcurridos y el prestigio cosechado fueron dotando de peso a la institución dentro de la comunidad de Del Viso. Entre los resultados más satisfactorios contabilizan, por ejemplo, haber sido invitadas a participar de la mesa intersectorial de violencia de género organizada por el Banco Credicoop.

Si de seguir soñando se trata, Varisco aseguró que entre los proyectos de “Confluencias” se encuentra el de contar con un espacio físico que les permita ofrecer un abanico de talleres para los socios y sus hijos, entre ellos de apoyo escolar y de costura.

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