Preocupa en Monterrey el crecimiento del delito

La capilla de Caacupé ya fue asaltada en varias oportunidades. Inquieta el avance de las drogas. Hay reclamos a la policía.

25 de octubre de 2012 - 00:00

Una chica de 15 años se sentó con dos amigas en la puerta de su casa, en la calle Paraguay casi Alfaro, del barrio Monterrey de Presidente Derqui. Entonces llegó corriendo un muchacho de unos 16 años. Muy agitado, les pidió que lo escondieran y las tres amigas se quedaron estupefactas porque detrás aparecieron dos sujetos en moto y uno de ellos, -con muleta porque le faltaba parte de una pierna- le apuntó con un revólver y gatilló tres veces.

Las balas no se dispararon y la potencial víctima rogaba piedad debajo de un auto. Después, los atacantes se fueron, no sin dejar de prometerle la muerte en poco tiempo más. “¿Qué pasaba si salían las balas, mataban al pibe y a una de las chicas?”, se preguntó una de las madres que habló con El Diario.

La capilla Nuestra Señora de Caacupé, del mismo barrio, sufrió varios robos y asaltos en menos de un año. En uno los delincuentes saltaron a un patio interior y se ganaron a la cocina del cura salesiano Dino Baldan, que entonces descansaba. Se hicieron de una radio y un grabador, y escaparon.

En otra oportunidad dos malvivientes esperaron que el sacerdote terminara de contar lo recaudado en una venta de ropa de Caritas para apuntarle con un revólver a la cabeza y robarle el dinero.

El tercer suceso ocurrió cuando dos religiosas iban a comprar imágenes, estampitas, rosarios y otros artículos afines que habitualmente venden en la santería de la misma capilla. En la esquina de José Hernández y Derechos del Trabajador dos motochorros las interceptaron con una pistola y así les quitaron algo más de mil pesos recaudados en un bingo familiar a beneficio. El último caso fue de noche, cuando un vecino vio que dos ladrones superaban las rejas perimetrales para robar bicicletas y escapar.

Los vecinos aseguran que se hicieron las denuncias, pero que nunca hubo aprehendidos. El lunes de la semana pasada, a las 7 de la mañana, se oyeron los gritos de una mujer que iba a la estación de trenes: un individuo la golpeó en la cabeza y luego le arrebató su cartera y el celular.

El consumo de drogas ya es rutina. “Hay determinados lugares donde se vende, ya sea en esquinas como en casas; si nosotros que somos simples vecinos lo sabemos, ¿La policía desconoce todo esto?”, se preguntó un hombre luego de firmar un petitorio vecinal para que el titular del destacamento policial Monterrey, el subcomisario Sergio Bonín, se reuniera con los vecinos de la calle Paraguay. Todos dijeron no ignorar la falta de hombres y móviles de la fuerza, “pero jamás vemos rondar al patrullero, ni siquiera cuando la calle está seca”. Y ese es uno de los reclamos ante el jefe policial.

Otro consiste en “erradicar de las esquinas a los faloperos los fines de semana, porque cuando se les termina la droga salen a robar para comprar más”. Todos indicaron como un punto de encuentro a la intersección de Hernández y Bolivia.

“Otra cosa que le vamos a pedir es muy básica: cuando rondan de noche que lo hagan con las balizas apagadas porque los chorros las ven desde lejos y se esconden para seguir robando después que pasó el patrullero”.

Los reclamos son varios, y nada les asegura respuestas positivas desde un destacamento con sólo dos móviles en buen estado y cinco efectivos, en las guardias nocturnas, para salvaguardar dos barrios como Monterrey y Rivera Villate con una población de unos 32 mil habitantes.

“No desconocemos eso, pero hay cosas que pueden hacer si quieren porque nosotros sabemos dónde, cómo y cuándo, así que se las vamos a contar y a esperar los resultados”, sentenció otra de las mujeres que firmaron el documento donde se le pide al jefe policial “una urgente reunión”, que debería concretarse esta semana.

 

32 mil

Personas viven en los barrios Monterrey y Rivera Villate. Hay dos patrulleros y cinco policías.

 


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