Tribuna del lector: La educación

por Jorge Alvarez*

16 de marzo de 2010 - 00:00

La educación es el proceso ancestral de transmitir conocimientos de los adultos a la descendencia con el que habitualmente denominamos a los contenidos que reciben niños y jóvenes en los ámbitos educacionales primarios, secundarios y terciarios.

También, es una forma de concebir el grado de cortesía o urbanidad de las personas para convivir o compartir las relaciones con otros. De alguna forma, su falta distingue a las personas y a los pueblos. De allí la idea de ser “mal educado” como forma de señalar a las personas que se comportan de manera que puedan incomodar a terceros o bien usar palabras de manera grosera que puedan ofender cuando son pronunciadas. Quién domina o controla los resortes culturales de una sociedad podrá determina cuáles son los límites de estar educado o mal educado.

Pero, la educación, ¿quién la brinda? En las sociedades contemporáneas, con la creación de los estados nacionales en occidente, la educación está ligada a la instrucción educativa que brindan las casas de estudio llamadas colegios, universidades o institutos. Por otro lado, ¿la educación la brinda sólo el establecimiento educativo? Si educar es el proceso de transferir un conocimiento, podemos pensar que no sólo se educa desde la escuela. Los padres educan a sus hijos cuando les enseñan a comer carne vacuna e hidratos de carbono por sobre otras carnes o una dieta compuesta de frutas y verduras, educan también cuando en un atasco en la ruta avanzan por la banquina.

Otro ámbito de educación fuera de la escuela son las mesas familiares cuando en ella se aprueban comentarios homo fóbicos, racistas o discriminatorios hacia alguna religión. Los políticos hacen su aporte cuando desprecian la opinión de sus adversarios, educan los docentes cuando año tras año son noticia por los conflictos gremiales, educa la frivolidad, etc.

Pensar la educación de un país es necesariamente pensar en dos fases. Una la que corresponde al Estado y la Instrucción, la otra es la que refiere los modelos que brindamos como sociedad.

Sobre la primera es preciso tomar cartas en el asunto inmediatamente, el mundo corre vertiginosamente a la era del conocimiento. Esto es, ya no será tan importante el potencial de recursos naturales o la posición geopolítica de las naciones con el desarrollo cada vez más dinámico de las tecnologías. Inclusive ya no serán determinantes los medios de producción. Un grupo de muchachos en EE.UU. se han hecho millonarios sin contar con mucho más capital que sus conocimientos matemáticos e informáticos, creando una red social llamada Facebook. Los autos del futuro ya no tendrán petróleo, mecánica y producción en serie, tendrán tecnología como la de los aviones (el GPS es sólo un pequeño adelanto), usarán energías renovables y el diseño particular será el valor agregado del mismo. Se cae el Fordismo, se caen las formas de organización del mundo del trabajo propias del siglo XX y se caen los relatos políticos históricos sobre el petróleo y la dependencia.

Se viene un mundo donde el uso de las matemáticas, el desarrollo del conocimiento y la innovación conformarán el destino de la humanidad. Para ello es preciso tener una educación acorde, una escuela que prepare personas para el siglo del conocimiento sin fin. Bien lo entiende Uruguay cuando le entrega una computadora a cada niño para que éstos se transformen en alumnos en la escuela y docentes en sus casas. El conocimiento ya no es sólo de arriba para abajo, es también de abajo hacia arriba, hacia los costados, es constante e interminable. El debate sobre la educación en la Argentina sigue detenido en cuestiones gremiales y nada sobre estas transformaciones.

Habría que preguntarse cuántas horas de imágenes vieron los niños antes de entrar a clase el primer día, su cabeza es veloz y procesa rápidamente el conocimiento, a cambio le ofrecemos una persona estática delante y un pizarrón. No hay debates sobre la incorporación de teléfonos celulares y videojuegos como refuerzo o estrategias de pedagogía que acompañen e incentiven la lectura de libros, el desarrollo de las matemáticas, etc. Insistimos con formas educativas propias del siglo XIX, por allí deben estar las agendas que las fuerzas del progresismo deben asumir. Allí está la posibilidad de volver a la educación como fuente de ascenso social, la llave para el mundo del conocimiento indeterminado.

Sobre la educación que brindamos como sociedad, nos amerita indagar en los contenidos de los mensajes éticos que nos brinda un ex presidente que tiene un ahorro de dos millones de dólares luego de trabajar veinte años como político y en quién más lo cuestiona, opinando desde una playa en Punta del Este. En ambos casos falta el ejemplo rector. No son los únicos, pero sirven para evaluar la corresponsabilidad de los que gobiernan y los que aspiran a hacerlo. La cultura del esfuerzo, la cultura de la solidaridad y del respeto, no son las que abundan. Mucho menos las ideas innovadoras.

Tenemos mucho para hacer, debemos animarnos a discutir de cara al futuro sin miedo, sin prejuicios. Debemos animarnos a exigirnos un poco más de responsabilidad como sociedad y hacernos cargo de la educación que brindamos, no sólo desde el Estado sino la que construimos cada mañana, cada tarde y cada noche como sociedad.

 

*http://alvarezsi.blogspot.com

Presidente iadepp

www.iadepp.com.ar

 

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