Es un plato que lleva dedicación, tiempo y buena mano. ¿Cuál será el secreto de su deliciosa permanencia en el paladar argentino? ¿Quién tendrá la receta del mejor locro de Pilar?
Es un plato que lleva dedicación, tiempo y buena mano. ¿Cuál será el secreto de su deliciosa permanencia en el paladar argentino? ¿Quién tendrá la receta del mejor locro de Pilar?
Son pocos los que tienen la suerte de degustarlo varias veces al año: prepararlo lleva horas y requiere un know how que contempla tiempos de cocción, mezcla de ingredientes y especias y la experiencia culinaria de quien sabe como deleitar a sus comensales. Las fechas patrias -como el 25 de mayo o el 9 de julio- son las alarmas que despiertan la memoria y las papilas gustativas de quienes disfrutan del buen comer y no se resisten ante un segundo plato del tradicional guisado argentino: El Locro.
La Tucumanita: Cualquier pilarense lo sabe: en este lugar no se espera al calendario para comer como un patriota (¿acaso, abundante y sin culpa?). No importa el día o la época del año, adentro desfilan las empanadas, los tamales, los guisos, el clásico postre del vigilante y todo en cazuela de barro. Cómo si fuera poco, suelen ser anfitriones de impecables fiestas y eventos musicales: melódicos, folclóricos y tangueros. Una pequeña peña tucumana en el medio del casco céntrico de Pilar. Este 25 de mayo no se extrañarán sus míticos locros.
¿Su fuerte? Las empanadas tucumanas y los pastelitos. El hojaldre de este lugar, en general, no tiene comparación.
Tinto y soda: ¿Qué otro clásico será más argentino que un buen locro acompañado con un tinto y soda? Desde su legendaria ubicación en el Paseo Torres del Sol, Tinto y Soda es un lugar fresco y acogedor, nuevo y clásico, tradicional y gourmet: un equilibrio entre el respeto culinario a las costumbres argentinas y la innovación gastronómica de vanguardia.
Es ideal para todo momento y fecha: de día se ilumina discretamente con el sol que se levanta del otro lado de la Panamericana al KM 50; de noche, cálidamente se puede disfrutar de una cena a la luz de las velas. Además, durante las fechas de tradición deslumbran con clásicos -y otros no tanto- agasajos para la ocasión: el locro no faltará este 25. ¿Su fuerte? El asado y los vinos, que se pueden disfrutar todo el año con cortes de porciones abundantes y bebidas cuidadas de las primerísimas marcas como Bodegas Familia Bianchi.
El Peón: Un pequeño santuario a la cultura campestre ubicado a pocas cuadras del centro de la ciudad. Ubicada en la Av. José Dalco Domenech al 1872, la Pulpería y Restorán “El Peón” busca reivindicar la vida rural en toda su expresión: los ponchos y los cueros decorando las paredes; los mates tradicionales exhibidos junto a la vajilla de barro; los cuadros con escenas gauchescas de la vieja melancolía argentina y sobre todo ¡el buen comer!
Pero, queridos lectores, sabemos que no juzgan un libro por su portada. Por eso, les complacerá saber que tiene un impoluto sinfín de comentarios positivos en todas las redes sociales y algunas apps de valoración de emprendimientos. ¿Su fuerte? La atención y los precios razonables. Aún así, no faltamos a la verdad si decimos que más de un comensal satisfecho les dió el galardón de “la mejor carne de toda la Ruta 28”:
La Cabrera: Nunca es tarde para sumarse a las tradiciones y La Cabrera lo demuestra de la mano del chef Gastón Riveira quien dirige el elegante restorán. Posee un menú completísimo que no deja nada afuera, pero eso sí: su base es la carne porque “es la comida tradicional argentina”, dice el chef. Desde Las Magnolias al 533, se erige este imponente y elegante grande culinario de Pilar que no escatima en los tamaños de sus platos ni en el confort a sus invitados.
Los troncos Del Pilar: Siguiendo con las tradiciones, esta pizzería restorán ubicado en la Av. José E. Uriburu al 1202, sigue siendo atendida por sus dueños. Miguel y Kathy son quienes cocinan con la premisa de “todo casero como en casa”. El calor de hogar se siente desde el primer recibimiento hasta el momento de despachar los platos vacíos de lo que hace un instante fuera de las porciones más abundantes de nuestra ciudad.
Entre los vecinos, su locro -guisos y estofados en general- se ganan la fama de “los menos grasosos” y por ende, más livianos. ¿Su secreto? La cuidadosa doble cocción de las carnes.
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