Ya comienzan a germinar con fuerza las siembras y todavía pueden seguir sembrándose muchas verduras. Por eso, el otoño nos da un aviso: es tiempo de plantar en la huerta algunas verduras si queremos tenerlas a mano durante los meses de frío.
Ya comienzan a germinar con fuerza las siembras y todavía pueden seguir sembrándose muchas verduras. Por eso, el otoño nos da un aviso: es tiempo de plantar en la huerta algunas verduras si queremos tenerlas a mano durante los meses de frío.
En esta columna te compartimos cuatro especies se pueden cultivar ahora y cosechar en invierno.
La Acelga, es una planta perenne perteneciente a la familia de las Amarantáceas, cuyas hojas son grandes y se hallan unidas en forma de roseta, y suelen ser de color verde oscuro, aunque existen especies coloreadas. Los peciolos de las hojas son gruesos y anchos, y se conocen como Pencas.
Ella es una fuente importante de nutrientes, pues una ración de 200 g nos aporta el 50% del calcio que necesitamos a diario, así como el 50% del magnesio, 30% de calcio, 25% de vitamina E y mucho más.
Entre sus aportes encontramos minerales como los ya mencionados y una serie de vitaminas, que incluyen vitamina E, A, C, B1 y B2, así como proteínas.
Siembra: directamente en el lugar en el que va a crecer hasta su cosecha, en línea, con raleo posterior. Si se va a sembrar en almácigos, es necesario separar los plantines con cuidado y repicarlos. En tierra, se ralean, es decir, se entresacan algunas plantas cuando tienen dos pares de hojas nuevas para que haya más espacio, y esas que se sacaron se pueden consumir como brote en ensalada.
Cuidados: necesita pleno sol, aunque tolera muy bien la sombra. Necesita suelos profundos y fértiles, aunque soporta los que son algo pesados y los salinos. Hay que aplicar compost antes de comenzar el cultivo. La distancia entre plantas es de 25 cm y la separación entre líneas, de 40 cm. Precisa riegos regulares. Hay que vigilar el ataque de los pájaros, a los que les encantan sus hojas tiernas.
Cosecha: si se cosechan con cuidado y de manera escalonada las hojas más externas, la planta puede producir muchas hojas sin llegar a florecer. Los cortes se hacen con cuchillo o clavando la uña en el extremo de la penca, a ras de la roseta.
El brócoli es una hortaliza de la familia de las crucíferas, del género Brassica oleracea variedad Italica. Es originaria de los países templados del Mediterráneo y de Asia Menor.
Comer brócoli resulta muy beneficioso para el organismo, ya que son muchas las propiedades que aporta este vegetal pariente de la coliflor.
Una ración de 200 gramos de brócoli cubre las necesidades diarias de vitamina C y de ácido fólico de un adulto, las dos terceras partes de vitamina A, y es fuente de calcio, potasio, fósforo, hierro y vitaminas B1, B2 y B6.
Siembra: en almácigos.
Cuidados: requiere pleno sol. Cuando los plantines tienen entre 10 y 15 cm de altura, se trasplantan a su lugar definitivo en el cantero, a una distancia de 30 cm entre plantas y a 50 cm entre líneas, en un suelo rico en compost. A los diez días del trasplante, se realiza un aporcado. Precisa poco riego, salvo que el invierno sea muy seco. Se asocia bien con cebollas, puerros, lechugas y caléndulas. Hay que plantar cuatro o cinco brócolis por persona que va a consumirlos. Es resistente a las heladas. Si se cultiva en contenedores, deben tener una profundidad mínima de entre 30 y 40 cm.
Cosecha: entre los 50 y 70 días de sembrados estarán listos para cosechar. Hay que extraer la cabeza central con cuchillo, cuando los pimpollos están aún bien firmes y de color azulado. Este corte estimulará el crecimiento de brotes laterales que darán cabezas más pequeñas y un poco más fibrosas, pero totalmente aprovechables.
Es ideal para la huerta familiar por la provisión constante y aromática. Con sus largas hojas tubulares, las cebollas de verdeo son un componente muy importante de la huerta de otoño-invierno, porque la embellecen con su follaje vertical de color verde intenso y porque se asocian muy bien con brócolis, coliflores, espinacas y acelgas. Se puede propagar por división de la mata. En ese caso, antes de plantar, hay que cortar unos centímetros las raíces y las hojas.
Siembra: en almácigos con posterior trasplante. Puede también reproducirse por la plantación de bulbos; con esta modalidad se acorta el tiempo de cosecha a sesenta días.
Cuidados: requiere pleno sol, pero soporta media sombra. Prefiere los suelos sueltos y con buen drenaje. Los plantines se trasplantan a una distancia de entre 6 y 8 cm. Hay que aportar cantidades moderadas de compost.
Cosecha: a los 90 días, aproximadamente. Cuando están listas, se observa la base rojiza algo engrosada y el follaje tubular de un verde intenso.
Siembra: se esparcen las semillas en líneas separadas 20 cm entre sí. Tanto la siembra directa como en almácigos requiere una profundidad de 1 o 2 cm. A las dos semanas de haber nacido las plantitas, se debe hacer un primer raleo, dejando entre 5 y 8 cm entre espinacas.
Cuidados: requiere un suelo profundo, rico en humus y con buen drenaje. Tolera la sombra y la humedad. Precisa riegos frecuentes y regulares. Rinde 1 kilo de hojas por mes, por metro lineal de cultivo. Con este dato, según el consumo familiar, se pueden escalonar las siembras para una provisión constante de otoño a primavera. Las espinacas no toleran el calor y la floración se induce enseguida con temperaturas altas. Se asocia muy bien con puerros y cebollas de verdeo.
Cosecha: Cerca de los 40 a 50 días de sembradas, cuando las plantas alcanzan un tamaño adecuado, se pueden empezar a cortar las hojas grandes de manera selectiva y seguir cosechando uno o dos meses más. Otra opción es esperar a que lleguen a su máximo desarrollo y cosecharlas enteras.