Mientras el resto del jardín entra en pausa, ciertas plantas florecen. Estas son las flores que se animan a desafiar al invierno con elegancia. Detalles.
El mes de junio marca el inicio del invierno en Argentin a. Entonces, el jardín entra en pausa, el césped duerme bajo las heladas y los árboles parecen contener la respiración. Sin embargo, algunas flores se animan a desafiar el clima y llenan nuestro jardín de color y alegría.
Las flores de invierno nos regalan su esplendor en momentos en los que la naturaleza parece estar dormida, recordándonos que la vida y la belleza pueden encontrar su camino en los lugares más inesperados.
Explorar el mundo de las flores que prosperan en climas fríos es adentrarse en un universo de contrastes y maravillas, donde la fragilidad se combina con la fortaleza para crear un espectáculo visual incomparable. Ellas han desarrollado adaptaciones únicas para sobrevivir y prosperar, verdaderas obras maestras de resistencia y belleza.
En esta nota vamos a compartir las mejores opciones de estas flores de invierno, pequeñas rebeldes de la naturaleza que florecen cuando nadie se lo espera. Algunas de ellas son:
Su elegancia es casi literaria. Las camelias florecen en pleno invierno como si lo hubieran estado esperando.
Sus flores, de un rosa viejo, rojo intenso o blanco marfil, emergen entre hojas siempreverdes brillantes y coriáceas.
Necesitan suelos ácidos, frescos y bien drenados, con resguardo del sol directo. En zonas templadas del país —como el norte bonaerense o el litoral— pueden florecer de mayo a agosto.
Más conocido como mimosa, el duraznillo es uno de los primeros árboles en florecer en invierno.
En julio ya empieza a vestir su copa de amarillo brillante, con unas atractivas inflorescencias globosas que parecen pompones diminutos.
Además de su valor ornamental, su aroma inconfundible anuncia el cambio de estación.
Es ideal para jardines amplios y soleados, se adapta bien a climas templados y suelos pobres. Como dice el dicho, “si la mimosa florece, el frío se despide”.
Conocida como rosa de Navidad, aunque en el hemisferio sur su floración se produce en junio o julio, esta planta de sombra y suelo rico es un secreto bien guardado entre jardineros.
Sus flores, que parecen de porcelana, van del verde al bordó oscuro, con matices que cambian con el frío.
Es una especie muy recomenda por los paisajistas para rincones sombríos, húmedos y reparados del viento. De crecimiento lento, pero resistente, es símbolo de resiliencia y belleza silenciosa.
Es el más discreto de los jazmines: florece antes de que broten sus hojas, como si tuviera prisa.
De hábito colgante o trepador, sus flores amarillas aparecen desde junio, incluso con heladas. Es ideal para muros, pérgolas o para vestir alambrados. Tolera la semisombra y se adapta bien a macetas.
No tiene el perfume irresistible de otros jazmines, pero lo compensa con su tenacidad. Florece incluso cuando nadie lo mira.
Casi invisible el resto del año, el calicanto se vuelve protagonista en julio, cuando cubre sus ramas desnudas con flores cerosas y amarillas, perfumadas como miel.
Es un arbusto de origen asiático, aún poco difundido, pero que gana cada vez más adeptos en jardines botánicos y colecciones particulares.
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