La NASA advirtió unas horas antes de que el espectacular fenómeno sucediera. En su web oficial, publicó un mensaje: “El Sol emitió una fuerte llamarada solar, que alcanzó su punto máximo a las 3:54 del 10 de mayo de 2024”.
El Sol tuvo la explosión más intensa de los últimos años y provocó auroras que pudieron verse en el mundo, ¡y también en la Argentina y la costa bonaerense!
La NASA advirtió unas horas antes de que el espectacular fenómeno sucediera. En su web oficial, publicó un mensaje: “El Sol emitió una fuerte llamarada solar, que alcanzó su punto máximo a las 3:54 del 10 de mayo de 2024”.
Durante la noche del viernes y la madrugada del sábado un espectáculo de auroras empezó a iluminar las noches en distintos rincones del mundo. Es un fenómeno común para las latitudes altas y bajas del planeta. Cuando el Sol eyecta masa coronal y se provocan las famosas tormentas solares, se forman auroras en los hemisferios norte y sur, pero esta vez fue diferente. La llamarada que salió del Sol fue la más intensa de las últimas décadas y las auroras llegaron a verse en latitudes medias del planeta: ¡incluso en Argentina en la Patagonia y Costa Bonaerense!
Desde diferentes rincones del planeta, las auroras bailaron en el cielo y regalaron un espectáculo único. Lo especial de esta jornada radica en que el fenómeno luminoso se pudo ver con claridad desde lugares donde no es habitual presenciarlo. Así que miles de personas fueron testigos privilegiados de esta belleza.
Los cielos del sur se vistieron de gala, mostrando un espectáculo celestial que dejó sin aliento a quienes lo presenciaron. Los colores vibrantes y la intensidad de las auroras pintaron una escena digna de admirar.
Numerosos videos y fotografías capturaron la majestuosidad de este evento astronómico desde tierras patagónicas. Desde las orillas del Canal Beagle hasta los miradores de la cordillera, cada registro refleja la emoción y la sorpresa de quienes fueron testigos de este acontecimiento.
Pero el fenómeno también fue una sorpresa en la Península Antártica. En muchas de las bases argentinas, este fenómeno también resulta algo extraño, especialmente en las que radican más al norte.
Y eso no fue todo. Cerca de la medianoche, las tenues luces rojizas pudieron verse muy nítidas desde distintos sectores de la costa bonaerense, como Villa Gesell y Pinamar, y desde la costa uruguaya. Más tarde, llegarían reportes de lugares tan inesperados como la laguna de Chascomús, Córdoba y San Luis.
El Sol se encuentra en un período de máxima actividad y, desde hace unos meses, muchas de las eyecciones de masa corporal que se desprenden del astro, pueden verse desde la Tierra (con protección visual especial).
A finales de la semana pasada, muchos astrofotógrafos que apuntaron al Sol con sus telescopios y cámaras especiales, pudieron detectar a la mancha solar AR3664, la causante de las auroras que se extendieron por gran parte del planeta el viernes a la noche y sábado a la madrugada.
El tamaño de esta feroz mancha es de unos 200.000 kilómetros de ancho.
La NASA dio detalles de la intensa tormenta solar que se desprendió desde la mancha que se observa del lado derecho del Sol y publicó una espectacular imagen registrada por su Observatorio de Dinámica Solar.
“La imagen muestra un subconjunto de luz ultravioleta extrema que resalta el material extremadamente caliente en las llamaradas y que está coloreado en oro” señalaron.
Esta bengala está clasificada como bengala X3.9. La clase X denota las llamaradas más intensas, mientras que el número proporciona más información sobre su fuerza”, explicaron.
Las auroras tienen una explicación tan maravillosa como compleja. Se forman cuando el campo magnético terrestre actúa como un escudo, atrapando las partículas cargadas del Sol y dirigiéndolas hacia los polos.
Estas partículas, al interactuar con la atmósfera polar, desencadenan un espectáculo luminoso al emitir fotones. Sin embargo, aquí viene el detalle: las partículas solares no se dirigen al polo geográfico del planeta, sino al polo magnético.
El polo geográfico, inmutable y definido por el eje de rotación terrestre, permanece fijo en el mapa, siendo el punto de convergencia de todos los meridianos. En contraste, el polo magnético, aquel que orienta nuestras brújulas, es nómada, moviéndose constantemente.
Así, las auroras se materializan en las cercanías del polo magnético. En el hemisferio norte, ambos polos están relativamente próximos, pero en el sur, ¡la situación es muy diferente! Hay una brecha de casi 3.000 kilómetros entre el magnético y el geográfico. Y, para desgracia nuestra, el que produce las auroras se halla en el punto más distante posible de Argentina.
Entonces, cada vez que las auroras australes hacen su aparición, lo hacen a una distancia considerable de nosotros, mucho más cerca de Australia que de Ushuaia.
La esperanza no está perdida, sin embargo. El polo magnético se desplaza aproximadamente 15 kilómetros al año y se prevé que, eventualmente, se invertirá con su contraparte del hemisferio norte. En varios miles de años, quién sabe, podría estar mucho más cerca de nosotros.