A pocos kilómetros de Pilar, se encuentra Berdier. Un pequeño pueblo rural de la Provincia de Buenos Aires y que se encuentra escondido con apenas 200 habitantes que, pese a su tamaño, tiene una tradición única: la fiesta de la tortita negra.
Ideal para hacer una escapada de fin de semana y disfrutar de una de las tantas tradiciones populares de la Provincia de Buenos Aires.
A pocos kilómetros de Pilar, se encuentra Berdier. Un pequeño pueblo rural de la Provincia de Buenos Aires y que se encuentra escondido con apenas 200 habitantes que, pese a su tamaño, tiene una tradición única: la fiesta de la tortita negra.
Este evento anual puso a Berdier en el mapa de los turistas que desean disfrutar de las fiestas populares de las localidades bonaerenses, una tradición muy usual de fomentar la actividad económica, preservar la cultura y la identidad de cada región, sin dejar de disfrutar de los ricos sabores locales.
A solo dos horas de Pilar, se realizan también diversas muestras de productos regionales, con puestos de artesanías y música en vivo, en los que se crean un ambiente festivo que invita a quedarse y disfrutar de la hospitalidad del pueblo bonaerense.
Cada año, Berdier celebra con orgullo su fiesta de la tortita negra, un encuentro que homenajea a este clásico de la panadería argentina. La factura, con su esponjosa masa y la crujiente capa de azúcar negra, es uno de los productos más icónicos que sobrevivieron en la mesa de los argentinos por generaciones.
Durante la fiesta, los visitantes pueden probar versiones caseras de tortitas negras, y aprender los secretos de su preparación a través de talleres dictados por las familias del pueblo. Además, la celebración incluye una competencia en la que se elige la “mejor tortita negra” del año.
Berdier se encuentra a unos 150 kilómetros de Pilar, lo que lo convierte en una escapada ideal de fin de semana. El acceso es sencillo: se toma la Autopista Acceso Oeste hasta Luján, luego se continúa por la Ruta Nacional 7 en dirección a Junín y finalmente desviar por caminos rurales bien señalizados que llevan directamente al pueblo.
El viaje, además de ser relativamente corto, ofrece un paisaje campestre que sirve como preludio de lo que aguarda allí: tranquilidad, aire puro y la posibilidad de desconectar del ritmo acelerado de la ciudad.
Berdier nació como un pequeño asentamiento en torno al tren, que en su momento fue el motor de desarrollo de muchas localidades rurales en Argentina, gracias a la donación de tierras de las hermanas Hortensia y Corina Berdier, en nombre de su padre, José Gregorio. Fue entonces cuando se fundó, el 15 de febrero de 1910.
La estación ferroviaria se inauguró un año después y conectaba al pueblo con importantes ciudades de la provincia de Buenos Aires, por lo que facilitaba el transporte de productos agrícolas, especialmente el trigo y el maíz.
Para los que disfrutan de la naturaleza, Berdier ofrece grandes extensiones de campo ideales para paseos a pie, en bicicleta o incluso a caballo. En cuanto a la gastronomía, el pueblo tiene varias ofertas, además de una cervecería artesanal abierta en un vagón del subte porteño, que data de 1938 y que fue adquirido por una familia en 2016, a través de una subasta.