En esta Pascua 2025 estamos en un tiempo importante, preparándonos para vivir esta fiesta en la Pascua justamente junto al año Jubilar. Este año es un tiempo de volver el corazón a Dios y como dicen los comerciantes a veces, también Dios está en oferta. Este Dios que perdona todo y si abrimos el corazón, ese perdón nos alcanza. Tenemos que rendir cuentas, descubramos cuáles son nuestros odios para romper las cosas que nos alejan de Dios.
Y si estamos distanciados de él, es el momento de ajustar cuentas, porque Dios es infinitamente misericordioso, perdona, nos perdona olvidando, siempre nos perdona. Si fuera por nosotros mismos no lo podríamos hacer. Sin embargo, Dios así es, siempre nos perdona mirando, nos hace ganar la indulgencia que llamamos el perdón pleno del pecado.
Esto es en la Iglesia Universal que se toma este año 2025 como Año Jubilar para una conversión profunda y aprovechando todas las fiestas para este fin. Pero en el año 2026 también vamos a tener un año jubilar en nuestra Diócesis de Zárate Campana, ya que cumple 50 años de su fundación.
Entonces, el obispo Pedro Laxague ha previsto para el año que viene, también el año jubilar, un año de gracia como familia Diocesana sabe encontrarnos y al compartir esta alegría.
En esta Pascua Dios nos invita a volver a él. Y hay fiesta, siempre que el hombre vuelve a Dios, hay fiesta. Y es justo que haya fiesta, porque es como la parábola del padre misericordioso del evangelio de Lucas cap. 15, donde dice el padre al hijo mayor que es justo que haya fiesta, porque este mi hijo menor, estaba perdido y ha sido encontrado. Que se había ido y ha vuelto. Pues eso, la justicia de la fiesta de comenzar una vida nueva. Empecemos una vida nueva. Este es el desafío de la Pascua. Dios quiere reinar en nuestros corazones. Resucitar, quiere decir vida nueva. Empecemos de nuevo. Dios nos da por su misericordia esta oportunidad, aprovechémosla.
Cómo dice el Papa Francisco, seamos peregrinos de la esperanza. Renovemos esa esperanza de que puedo encontrarme con él y una vida nueva. Démonos la oportunidad. Creamos que nos perdona, sintámonos perdonados, dejémonos perdonar. Admitamos que se nos perdone y también nosotros nos perdonemos a nosotros. Y en la medida en que lo hagamos, podemos vivir ciertamente una Pascua distinta. Los invito a vivir esta gracia de Dios, este encuentro con él y bueno, desearnos, felices Pascuas, desearnos que tengamos la fuerza, las ganas, el aliento. La alegría, la esperanza de poder comenzar de nuevo y comenzar una vida distinta.
Sintamos un Pilar nuevo que empieza como Jesús quiere esa novedad. Porque muchos creen que se puede cambiar el mundo desde afuera hacia adentro, cambiando la estructura y gobiernos, la economía; pero en realidad lo que hay que cambiar es el corazón del hombre. Mientras no cambiemos el corazón del hombre, todo va a ser para la superficie, para la selfi, para la vidriera, para el aplauso, para el reconocimiento público. Y en realidad Dios quiere el fondo, el corazón vuelto hacia él. Siempre me resuena aquello que decía el profeta Isaias: “Este pueblo me alaba con la boca, pero su corazón está lejos de mí”. Volver el corazón hacia Él para sentirnos más cerca de Dios, eso es la Pascua.
Feliz Pascua de Resurrección.
(*) Párroco de Pilar.