María Dominga es vecina del barrio Peruzzotti. Hace unos años, su marido debe hacerse diálisis tres veces por semana por una cuestión de salud pero, en días de lluvia, algo que parece tan sencillo como subirse a un remis para ir al centro médico, se convierte en una pesadilla por el estado de las calles.
Con promesas de mejoras que, aseguran, vienen desde hace años, los vecinos se sienten atrapados. Y, tal como le sucede al marido de Dominga, hay al menos otras dos personas que viven en la misma cuadra (Garibaldi y Hernandarias) que padecen problemas de salud y, cada vez que llueve, deben caminar hasta la esquina, en el barro, porque no ingresan ambulancias ni remises.
En este contexto, la mujer contó: “El viernes mi marido casi se cae por el barro, además de que venía débil por el tratamiento. La verdad es que venimos reclamando hace mucho tiempo, y lo único que hacen cada tanto es pasar la máquina, pero nada más y ya no podemos estar así”.
Y el escenario se repite en otras cuadras del barrio pilarense. Por esta razón, y cansados de que no les den una solución o, al menos, una respuesta, no descartan la posibilidad de manifestarse, como ya lo hicieron en otras oportunidades.
“Estamos pensando en cortar la ruta. En la esquina de mi casa, particularmente, hay un asfalto, pero no puede ser que cuando llueve las calles queden así y tengamos que salir caminando en medio del barro porque los vehículos no pueden ingresar”, cerró la frentista.
Por su parte, Emiliana, otra de las afectadas aseguró que están viviendo en “un chiquero de chanchos”. La mujer, que padece una discapacidad pulmonar, alertó: “Casi no puedo respirar y para salir tengo que caminar sobre lodo, está todo resbaladizo y ni siquiera veredas tenemos para salir tranquilos”.
Además del marido de Dominga y de Emiliana, hay un niño discapacitado que vive en la misma cuadra. Es su mamá la que lo tiene que cargar en brazos hasta la esquina cada vez que la camioneta que lo lleva a hacer rehabilitación lo pasa a buscar.